Institución de la Sagrada Eucaristía

  • Foto por Juliet Mousseau rscj

Sólo comprenderemos los secretos de la Eucaristía siendo humildes.  Jesucristo no se comunica a los orgullosos. Sí, un alma que no se humilla pone obstáculos a los frutos de la Comunión.  Reflexionemos sobre las palabras del Divino Maestro las que lo confirman y que añaden al decirles: “Serán bienaventurados si comprenden estas cosas y las practican.” Esto es verdad hijas, pues ¿cuáles son los obstáculos para la felicidad?, son las pasiones que nos quitan la paz del corazón, es la ocupación de sí, la ambición que entra incluso en el corazón religioso, pues habiendo renunciado al mundo y sus grandezas, a sus vanos halagos, parece que ya no tiene más dificultades; pero por un milagro diabólico, se conservan algunas pretensiones, se quiere sobresalir, obtener preferencias, atraer la atención; y si se les da un cargo que les parece inferior a sus méritos, se quejan y piensan se les hace daño…. Creo en verdad que todavía no han sentido estas pequeñas pasiones, pero les aviso para que las detengan y desarraiguen desde sus principios, pues si no se fundan desde ahora en la humildad, si no están en guardia contra estas pretensiones, si no sacrifican su orgullo y todas sus pasiones, me atrevo a decir que sus Comuniones serán inútiles y que llegarán hasta a perder su vocación. …

Hacia el fin de la comida instituye el Sacramento de la Eucaristía en el que ha pensado toda su vida, como nos lo acaba de decir: “Con ardor he deseado comer esta Pascua con ustedes…”  ¿Cual era este deseo ardiente que lo atormentaba? Era el cumplir la promesa hecha a sus Apóstoles de permanecer con ellos hasta el fin de los siglos … .

Esto es hijas la Pascua que vamos a celebrar, que nos unirá al Salvador haciéndonos uno con Él.  ¿Les hablaré también del Santo sacrificio de la Misa, que nos une a Jesucristo íntimamente y en que Él renueva la inmolación de sí a favor nuestro? Pero más vale callar pues no hay expresión capaz de hacer comprender tan sublimes misterios.  Dios no necesitaba de nosotros pero quiere que hacernos compartir su felicidad.  Como consubstancial al Padre gozaba de una felicidad perfecta; pero al crearnos nos ha hecho para Él, y entonces no podíamos ser felices sin Él, sin que nos transmitiera una parte de la felicidad que gozaba.  El pecado rompió estos lazos y nos separó de Dios, nuestro fin, el Señor viene a restablecer esta unión, pero ¡a qué precio Dios mío! 

Sta. Magdalena Sofía Barat
83a. Conferencia
Conflans. Miercoles Santo. 19 de Abril 1848.
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