Son In Sook

Nací el 8 de febrero de 1940 y soy la tercera de cinco hijos. Tengo dos hermanos mayores y dos hermanas menores. Entré en la Sociedad como pre-postulante y en 1966 empecé el noviciado en Susono, Japón. Ahí fui feliz, porque aunque tuve dificultades por no dominar el inglés, las novicias me  aceptaron como era y apreciaron mis experiencias. Rezando  Génesis I: 26-3I, tomé conciencia de que Dios valora lo que ha creado y que ha hecho a los hombres y a las mujeres a su imagen y semejanza. Recibiendo el amor de mis hermanas, comprendí el amor de Dios y a aceptarme a mí misma.

Cuando era novicia de segundo año tenía dudas sobre lo que Dios quería para mí. ¿Estaba realmente llamada a ser educadora o más bien una trabajadora sencilla entre los pobres? La Hermana Keogh, resolvió mi duda cuando, al volver del Capítulo del 1967, nos explicó que la Sociedad se interesaba muy seriamente en los pobres y que nuestra visión educacional se había ampliado. Hice mis votos expresando que no tenía nada que dar más que el amor que había recibido.

Después de mis primeros votos, trabajé en el internado del Colegio del Sagrado Corazón en Chun Cheon pero seguí buscando apostolados  fuera de la institución. Me enviaron a trabajar con los presos y con muchachos de un reformatorio. Ahí descubrí que estas personas son consecuencia de un pecado social y lo que necesitan es que tengamos confianza en ellas y no  que respondan a nuestras expectativas. Compartiendo a fondo con algunos de estos muchachos, fui viendo más claramente la belleza de la persona humana. Hasta ahora sigue creciendo en mí la conciencia de la belleza que existe en el misterio de cada persona.

Después de mi probación en Filipinas en marzo de 1978, me uní a cuatro hermanas nuestras en una zona minera de las montañas de Corea. Fuimos con el deseo de compartir la vida de los pobres, de ser buenas vecinas, de conocer las necesidades existentes. Pero quería más, comprometerme en un trabajo concreto. ¿Estaba realmente haciendo algo para cambiarles la vida?  Esta duda  originó una tensión en mi vida.  “Toma tu cruz y sígueme” significaba hacer grandes cosas. Sin embargo, un  día, mirando mi crucifijo me impactó la vaciedad de la crucifixión. Jesús era un joven que comenzaba una gran obra. Sin embargo, fue su sacrificio – ¡qué desperdicio! –  el que manifestó la gloria de Dios. Sigo sintiendo la tensión de querer ver los resultados y probablemente no me liberaré de ella hasta la muerte.

En línea con las necesidades de la provincia, trabajé en la formación inicial, formé parte del Consejo Provincial durante nueve años y fui provincial de 1993 a 1999. Después tuve un año sabático durante el cual seguí un curso en la Graduate Theological Union, en California, USA. Del 2000 al 2008 fui miembro del Consejo General y viví en Roma. Acepté este servicio como una llamada a mostrar los rostros ocultos de los pobres, maestros de mi vida espiritual.

Ser educadora es testimoniar la obra de Cristo, que dijo, "Les he dado a conocer tu Nombre..." ( Jn 17:26)  y es esto lo que le da sentido a mi vida de rscj.  Vivir la misión educadora es encontrar a los pobres en el Corazón de Cristo y encontrar el Corazón de Cristo entre los pobres.

Tengo un gran interés por la teología de la vida y por la vida entre los pobres. En mi tiempo libre me gusta ir de paseo por la naturaleza, leer y meditar.

Recientemente me he interesado en la espiritualidad oriental y en sus métodos de oración, lo que me ha ayudado a tomar conciencia de mí misma y a centrarme. Además me he dado cuenta de mis muchas ataduras interiores que me esclavizan y que pueden ser obstáculo para la unión con Dios,  la paz del corazón y el amor a los demás.  Gracias a esta manera de orar he podido mejorar mi entendimiento de la filosofía/espiritualidad Budista del “Surgimiento Interdependiente”.

"Así como la naturaleza es la condición para la existencia de la vida, nuestro país existe porque existe nuestro  país vecino. Yo también existo interdependiente contigo, en tu condición. Este es el Principio de la Vida, el Principio del Surgimiento Interdependiente"

Es el Principio del Universo. En la espiritualidad asiática encuentro respuestas a temas ecológicos, que me parecen de vital interés para la justicia ecológica y un medio para traer la paz a este mundo que tanto sufre. Es por eso que practico este modo de oración. 

 
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