Un momento significativo en Chamartin

 
El Sagrado Corazón acoge a los que entran
en la casa de Chamartín (Madrid, España).
 
 A la derecha de la foto, el ala del colegio:
1570 chicos y chicas de 3 a 18 años.
 
A la izquierda, la comunidad: 47 personas,
de las cuales solo 4 tienen menos de 80 años.
 
 
Los edificios se prolongan en el patio de recreo, que se ve al fondo, siempre colegio frente a comunidad, como una llamada, por un lado a la oración que obtenga el fruto del trabajo educativo, y, por el otro, al interés y al respeto hacia las personas mayores.
 
En su “formación para el voluntariado,” grupos de alumnos vienen cada año a hablar con nosotras para conocer mejor a las Hermanas, intercambiar experiencias, expresar o contrastar la fe.  Ellas comparten lo que pueden y a veces nos ofrecen un canto.
 
Este curso tenemos “taller de memoria.”  Seis alumnas de 15-16 años, dirigidas por la madre de una de ellas, una Profesora de Psicología, vienen todas las semanas. Nos proponen diversos ejercicios: recordar alguna receta de cocina (esto tuvo mucho éxito y ocupó varias sesiones), algún hecho relevante pasado o actual que recordemos, alguna poesía u oración. Otras veces, ejercicios de atención, de precisión.
 
 
     
 
 
Algunas respuestas a una pequeña encuesta:

¿Vienes con gusto al taller? ¿Por qué?

-  Vengo con mucha alegría, porque veo lo bien que se lo pasan las Hermanas.
-  Les gusta que escuchemos lo que cuentan.  
-  Saben muchas cosas que nosotras no sabemos.  
-  Estoy contenta por dentro de hacer algo bonito por estas personas mayores.  
-  Tenemos muchísimo que agradecer al colegio, y estas Hermanas han trabajado mucho por otros niños.
-  Hacerles pasar un buen rato es un modo de darles las gracias.
-  Siento que aunque son mayores nos comprenden y están cerca de nosotras.

Está bien que disfrutes haciendo disfrutar a las Hermanas.  ¿Tú aprendes algo que te hace bien a ti?

-  Aprendo humildad y obediencia, porque nos hacen caso más que a veces nosotros a los profesores.
-  Nos han contado que las cambian de casa y obedecen enseguida sin protestar, debe ser difícil. Hacen los deberes que les dejamos.
-  Aprendo que hay otra manera de vivir.
-  Están contentas y veo que son felices.
-  Creo que no tienen caprichos ni muchas cosas, y eso me hace pensar.
-  Me han dado ideas para divertir un poco a mi abuelita.

Un padre de familia las acompaña (las chicas son menores y están fuera del recinto escolar).  Le preguntamos:  ¿No perturba tu horario acompañar a estas jóvenes durante dos horas un día por semana?

"Al revés, es un rato importante y deseado.  La educación al respeto, al interés por el otro, el débil, es parte fundamental de la formación que buscamos para nuestros hijos. Disfruto viendo sus ocurrencias, cómo buscan lo que puede divertir a las Hermanas. Este rato es un pedacito de cielo en mitad de mi trabajo; al salir de aquí vuelvo a sumergirme en otro ambiente mucho más árido. Esto da alegría. Mi madre, mi mujer, mis hermanas son antiguas alumnas: ¿te figuras la deuda de gratitud que tenemos hacia el Sagrado Corazón?"

Rosario Mendez rscj
Comunidad de Chamartin
 
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