¿Qué me entusiasma sobre la vida religiosa, ahora y en el futuro?

  • Juliet Mousseau rscj (a la izquierda) con otro miembro del panel de las religiosas mas jóvenes en la 2016 Conferencia UISG (Crédito de la imagen: UISG)
  • Juliet Mousseau rscj dando su charla durante la Asamblea UISG (foto de Anne Corry rscj)
Me siento muy honrada de estar aquí, y tan feliz de dar testimonio de mi esperanza y entusiasmo en el presente y futuro de la vida religiosa. ¡Gracias por la oportunidad! 

Entré a mi congregación hace sólo siete años, a los 30 años.  Nunca soñé que llegaría a ser una hermana, pero después de completar un programa de doctorado en teología, me empecé a sentir impulsada en esa dirección. Mi historia es única, como la de cada una, pero las historias de hermanas más jóvenes tienen algunos elementos comunes. En los Estados Unidos (y sospecho, que en otros lugares), muchas hermanas más jóvenes llegan a la vida religiosa después de haberse independizado  y comenzado  una carrera. Muchas de nosotras no sabíamos mucho (o incluso nada) sobre el crecimiento de las hermanas. Yo conocí a dos hermanas que enseñaban en mi escuela de graduados, pero la mayoría de los religiosos que conocía eran hombres. Nuestra cultura ha cambiado tanto desde que la mayoría de las mujeres religiosas entraron a las congregaciones en la década de 1950 que resulta difícil comprender cuán diferentes son las historias de las distintas generaciones.

Sin embargo, todas venimos con el deseo de algo más, y todas venimos sabiendo que Dios nos ha llamado a ser hermanas y a vivir de un modo particular. La mayoría de las hermanas jóvenes que conozco se sienten atraídas por la vida comunitaria, por la oración común, y muchas están apasionadas por la justicia social. Es esto  la base común que me da esperanza para el futuro: Dios nos llama y nosotros respondemos con todo nuestro corazón. Aunque nuestros números estén disminuyendo, estamos aquí, llamadas por Dios para amar y servir al pueblo de Dios.

Cuando me pidieron que hablara como parte de este panel, el tema de la "solidaridad global" y la esperanza para el futuro de la vida religiosa, lo primero que me vino fueron los ámbitos en los que he encontrado compañía en la vida religiosa, tanto en mi propia congregación como entre miembros de otras órdenes religiosas. Una segunda área donde encuentro esperanza está en la agilidad o la flexibilidad de los números más pequeños, y en la libertad que viene de la reducción de nuestro patrocinio de las grandes instituciones. Y, por último, el Papa Francisco me ofrece una visión de lo que debe ser siempre la vida religiosa: un testimonio alegre y profético del Espíritu de Dios en el mundo. Voy a hablar de cada una de estas áreas por separado: el compañerismo y la colaboración; la flexibilidad de las congregaciones más pequeñas; y la visión del Papa Francisco para la vida religiosa.

En primer lugar, encuentro esperanza, entusiasmo y apoyo en mis compañeras en este viaje. Debido a que había una brecha entre la última hermana que entró antes que yo y yo misma, muchas de mis relaciones entre pares han venido de otras órdenes religiosas. Una fuente de esas amistades está en Dando Voz, una organización de mujeres religiosas más jóvenes (menores de 50 años) de una variedad de congregaciones apostólicas. Dando Voz comenzó en la década de 1990, desde las bases, cuando las hermanas más jóvenes empezaron a darse cuenta de que necesitaban un foro para compartir su pensamiento sobre la vida religiosa. Una de las dificultades de tener un menor número de voces más jóvenes es que a veces se siente como que nuestras voces son ahogadas por las voces de nuestras hermanas mayores, que son mucho más numerosos. Así que unas pocas hermanas se reunieron para compartir sus experiencias y así surgió, de esos encuentros, Dando Voz.

Ser parte de Dando Voz me ha guiado hacia algunas de mis amistades más cercanas en la vida religiosa, con mujeres cercanas a mi edad que han tenido experiencias similares de  formación y vida intergeneracional.  En su conjunto, Dando Voz representa la gran diversidad entre  Jóvenes Católicas  y hermanas de Estados Unidos, incluyendo algunas hermanas de Canadá y América Latina. Aunque diferentes, estamos unidas  en nuestro deseo común de vivir como Dios nos llama a cada una de nosotras y para servir de una manera que contribuya al Reino de Dios, que anhelamos. Reconocemos una en la otra una llamada común, y sin embargo cada una de nosotras mantenemos nuestro propio carisma con tanto amor que somos capaces de valorar los carismas de las demás y  como cada una contribuye de forma única al conjunto.

En este contexto de jóvenes religiosas, colaboramos y desarrollamos juntas habilidades de liderazgo. En varias ocasiones, he trabajado con otras hermanas para diseñar un fin de semana de retiro. Actualmente estoy en el proceso de trabajar con una hermana franciscana para reunir a 14 mujeres de diferentes congregaciones, etnias y visiones de la vida religiosa para colaborar en un libro. Juntas, y con el apoyo financiero de la Fundación Conrad N. Hilton, vamos a explorar el lenguaje contemporáneo para la vida de las mujeres religiosas apostólicas.

Además del compañerismo de Dando Voz, encuentro  esperanza en la colaboración con otros hombres y mujeres religiosos y laicos. En mi ministerio corriente, yo, como hermana del Sagrado Corazón, con ministerio en una escuela de teología llevada por frailes Dominicanos, donde los otros miembros de la facultad, tanto hombres como mujeres, son religiosos, clero diocesano, y laicos… Nuestros estudiantes reflejan la misma diversidad, unidos en el deseo de servir a la iglesia. ¡He aprendido a adoptar un modo del Sagrado Corazón para dar clases aquí en la espiritualidad dominicana! Esta colaboración entre carismas me ayuda a entender quién soy como  Religiosa del Sagrado Corazón mientras al mismo tiempo se ofrecen oportunidades de expresar los dones Dominicanos. Me encuentro combinando el foco del Sagrado Corazón en las relaciones personales con la visión Dominicana de estudio contemplativo en búsqueda de la verdad.

Una segunda área donde encuentro esperanza para el porvenir de la vida religiosa está en la flexibilidad de números más pequeños y la creciente separación de instituciones grandes. Esta es quizás la realidad más difícil de articular, porque esta es una esperanza mezclada de profunda tristeza y pena. Nos estamos liberando cada vez más de nuestras instituciones, lo que es a la vez doloroso para los miembros como también nos libera de una carga material y financiera que no se puede sostener más. En la vida religiosa, estamos envejeciendo rápidamente, las hermanas que viven vibrantemente en sus 70 años, estarán todas retiradas. Como nuestros números disminuyen, creo que nos haremos más ágiles, más capaces de soltar algunas propiedades que nos atan y las instituciones que ya no podemos proveer más de personal. Esto nos animará a buscar los dones del laicado y de las hermanas de otras congregaciones aún más de lo que ya lo hacemos. Esto significará contristarnos mucho en los próximos años, ya que hermanas a las que queremos irán a la casa de Dios. Necesitamos cuidarnos unas a otras en este dolor, especialmente a nuestros miembros más jóvenes que pueden no tener los recursos internos para hacer frente a un nivel de dolor que no es común entre sus pares laicas/os .

Este tamaño más pequeño significará que tenemos que tomar decisiones deliberadas para vivir en comunidad, y reunirnos de modo particular. Tengo tales sentimientos encontrados sobre esta imagen que cambia rápidamente, ya que la "burbuja " de las hermanas que entraron en la década de 1950 y 60 están en la edad de jubilación y más allá (¡aún más allá de la edad de jubilación de las hermanas!). Tenemos el don de su sabiduría y el entusiasmo de su llamada a la vida religiosa. Nos beneficiamos de los cambios que ellas vivieron a través de esa vida religiosa que permite tener un aspecto diferente para un mundo moderno. Y como ya nos dejaron, tenemos la oportunidad de pararnos en nuestros propios pies, apoyadas por nuestras tradiciones y nuestros santos/as en el cielo, comprometiéndonos y cambiando en un mundo que cambia constantemente a nuestro alrededor. No tengo idea de cómo será el futuro, pero tengo una gran esperanza de que vamos a ser a la vez lo suficientemente flexibles y lo suficientemente arraigadas en nuestra tradición para responder a las llamadas del mundo en fidelidad.

Por último, encuentro esperanza en la persona del Papa Francisco. Él nos llama a ser alegres, a estar en las periferias, a ser proféticas en la forma en que vivimos. Este es el presente y el futuro de la vida religiosa. Nuestro mundo necesita desesperadamente el testimonio profético que ofrece la vida religiosa. En la medida que nuestro mundo se sostenga en el individualismo, nosotras vivamos en comunidades de profunda y permanente conexión. En la  medida que el mundo que nos rodea sucumba a la comercialización que promueve niveles sin precedentes de consumo, nos comprometamos a la pobreza voluntaria en solidaridad con aquellos que son realmente pobres. En un mundo que teme el compromiso y permanencia, nosotras hacemos votos a Dios que nos sitúan en una relación perpetua de unas con otras. Mientras nuestro mundo hace caso omiso de las necesidades de las personas que son pobres y de nuestro medio ambiente con el fin de atender a los ricos y poderosos, somos testigos y abogamos por una relación justa con la tierra y con todos los pueblos que viven en ella. Nuestro mundo es cada vez más secular, y nosotras ofrecemos una forma diferente de ser-- estamos en el mundo, en contacto con sus necesidades, y sin embargo también compartimos nuestra fe en Jesucristo y una relación profunda con Dios. Tenemos algo que el mundo anhela en este momento: finalidad, conexión y amor incondicional. Mientras que otros sólo pueden sentir el vacío, ofrecemos profundidad de significado y una vida de integridad.

No veo una crisis de vocaciones a la vida religiosa, y no veo los números más pequeños como un "problema". Sí, hay menos mujeres que golpean a nuestras puertas, pero al mismo tiempo, estamos aquí. Hemos elegido un camino que es diferente de la mayoría de nuestros pares, y llegamos a nuestras congregaciones listas para orar juntas, para trabajar duro y para servir en situaciones desafiantes. Admiro a las mujeres que están de pie junto a mí en la vida religiosa hoy en día, y me encanta ser capaz de colaborar con ellas en el ministerio, la oración y conversación. El presente ¡es el futuro! Estamos aquí-- y damos testimonio del amor que Dios tiene por el mundo.

Juliet Mousseau rscj

 

Juliet Mousseau rscj (USC) fue una de las seis religiosas más jóvenes
que dieron charlas durante la Conferencia UISG en Roma el 9 al 13 de mayo de 2016.
 
El texto completo de su presentación ha sido publicada en inglés en la a página web de la UISG.  
Estamos agradecidas a la UISG por permitirnos publicar el material de su sitio.
 
 
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