Recientemente, hablando entre nosotras, alguien dijo: “Vamos a rezar la oración por el Capítulo cada día al final de Laudes”. Esas sencillas palabras despertaron en mí una enorme alegría interior.
Vi nuestras “casas de mayores” como grandes incensarios, de donde sube un incienso precioso; vi a cada una de estas “hermanas mayores” como una ofrenda de la tarde… Tal vez algunas ya no pueden explicitar esta ofrenda, porque sus facultades mentales están deterioradas, pero delante de Dios su incienso perfumado sube, alimentado por lo que fue toda su vida. Y hoy, en el momento que vive la Sociedad, somos todas una oración silenciosa y constante.
Las altas columnas que en las estadísticas representan a más de la mitad del conjunto de rscj, son columnas de incienso, súplica humilde y gozosa, para que el Espíritu actúe en la Sociedad. Colaboramos eficazmente en la preparación y en los trabajos del Capítulo.
¡Estoy segura de que la alegría que yo experimento la viven también otras muchas rscj en todo el mundo! ¡Cómo crece esa alegría al compartirla entre nosotras!