Jyoti Gajbhiv
Cuando miro hacia atrás en mi vida como Religiosa del Sagrado Corazón (RSCJ), me doy cuenta de que es Dios quien me llamó.
Cuando miro hacia atrás en mi vida como Religiosa del Sagrado Corazón (RSCJ), me doy cuenta de que es Dios quien me llamó.
Cuando elegí responder a la llamada a la vida religiosa, experimenté un gran sentido de paz y confianza, sabiendo que Dios obraba asiduamente en cada obstáculo que se interponía en el camino de mi elección. Sólo puedo maravillarme de todo lo que Dios ha hecho y sigue haciendo por mí.
Fue el día de mi Primera Comunión que el Señor Jesús entro en mi corazón de niña y me susurró: “¡Ven y sígueme! ¡Serás testigo de mi amor - para todos los pueblos!"
La historia de mi vocación es como un cuento de hadas - todo bien planeado desde el principio hasta el final.
Me siento sobrecogida por su amor por mí, un amor que ha estado ahí desde el principio; un amor que abraza todo mi dolor, mi alegría, y mi historia!. Y podría decir: “Deseo seguirte a lo largo de mi vida. No soy más que un pequeño punto en el universo, pero quiero proclamar tu amor al mundo”.
"Todo es gracia". Esta es la frase que mejor describe mi vida y mi vocación. Trato de vivir esta verdad todos los días, con gratitud, por las personas a mi encuentro y los acontecimientos que vivo.
Al tratar de escribir algo acerca del camino que me ha traído hasta la Sociedad del Sagrado Corazón todavía me habita con fuerza la huella que dejó en mí la llegada a mi primera comunidad de rscj : ¡por fin había llegado a casa! Después de algunos años de búsqueda experimenté la alegría de llegar a ese lugar en el que poder aprender a ser lo más verdadero de mí misma y dejar que Otro, Dios, lo convierta en don.
Mis experiencias de vida y mi práctica de los ejercicios espirituales me han ayudado a entrar profundamente en la realidad del perdón. Incluso centré mi tesis: en “el perdón como camino para la transformación personal”. Por mis relaciones, especialmente en familia, sigo tocando el profundo misterio del perdón. Verdaderamente en todos estos años he experimentado el suave, tierno, y perdonador amor del corazón de Dios.
Conocí en Montevideo a las religiosas del Sagrado Corazón. La primera vez que fui a visitarlas a la comunidad El Talar, sentí el corazón latir muy fuerte y tuve inmediatamente la certeza que era ahí donde Jesús me quería. Me sentí como en mi casa, donde podía ser yo misma, el lugar donde Jesús me invita a vivir desde el corazón, caminando con El y en comunidad, en medio de los pobres.
Vengo... siguiendo el paso de otras hermanas que han ofrecido su vida en esta tierra.