Conferencia de Sofía para la fiesta de la Ascensión

  • Nota hisótrica: La estatua de Santa Magdalena Sofía en el jardín de la Villa Lante fue trasladada allí cuando la Casa Madre en Via Nomentana fue cerrada en 1973. Hasta entonces, la estatua había estado en el oratorio de Sophie justo fuera de la capilla.
116a. Conferencia
Vigilia de la Ascensión
20 Mayo 1857
Santa Magdalena Sofía
 
Pensando a la bella Fiesta que celebraremos mañana siento, mis Reverendas Madres y buenas hijas, un verdadero consuelo de poderlas comparar con la Iglesia naciente, donde todos los fieles perseverando en la oración, formaban sólo un corazón y una alma. El orden que he encontrado al regresar a mi pequeña soledad, es el signo consolador de la caridad que han puesto para ayudarse unas a otras para conseguir el mayor bien.
 
La dificultad y las privaciones nos serán impuestas mientras estemos acá, es verdad, pero yo no sabría expresarles, mis buenas Madres e Hijas, cuánto me alegro sinceramente que Nuestro Señor se digne preceder este tiempo en que emprenderemos múltiples obras para su mayor gloria; de un tiempo de soledad, de abnegación, en el que podremos fortificarnos en la práctica de las virtudes interiores. Yo habría temblado, si El no hubiera puesto este sello de humildad y pobreza sobre la pequeña Sociedad de su Corazón. Y mientras que trabajemos en la construcción de este edificio material,* destinado a obras de celo y de caridad y a servir de asilo a tantas almas que vendrán a buscar en la soledad algunos momentos de descanso y nuevas fuerzas, para trabajar en la obra de la Sociedad; nosotras, en este pequeño cenáculo trabajemos en construir sobre cimientos sólidos, nuestro edificio interior; pongamos los cimientos en Jesucristo, es decir en la humildad y la obediencia, dos virtudes que resumen casi toda su vida.
 
Nuestra misión debe ser la de Moisés, que oraba y elevaba sin cesar al cielo sus manos suplicantes, mientras que los hijos de Israel combatían los combates del Señor. Recemos mucho, recemos siempre, pero sobre todo por esa fidelidad generosa en el cumplimiento de todos nuestros deberes, esa delicadeza de corazón hacia Nuestro Señor que no sabe rechazarLe nada, y a la que El tampoco rechaza nada. Pidamos por nuestras niñas que se preparan a su Primera Comunión; pidamos por las necesidades de nuestra pequeña Sociedad, que ve los esfuerzos del infierno desencadenarse contra ella, en la medida que le arranca las almas.
 
Animémonos a caminar en seguimiento de nuestro divino Jefe, que recompensará nuestros pequeños sacrificios con una recompensa eterna.

*En 1857, la Sociedad estaba construiendo la Casa Madre en Paris, Bd. des Invalides, en el jardín del Hôtel Biron.

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