La Fiesta de Mater Admirabilis (“Madre Admirable”) que celebramos el 20 de octubre, es una festividad importante para la Sociedad del Sagrado Corazón y un día especial de oración y reflexión.
El fresco de la Mater Admirabilis en la Trinità dei Monti fue pintado en 1844 por una joven postulante de la Sociedad, Pauline Perdrau. Representa a una joven María contemplativa con una espiga y un huso, un libro abierto a sus pies. El objetivo de Pauline era transmitir calma y pureza pero cuando terminó el cuadro, no era exactamente lo que pretendía. A Pauline se le aconsejó que pintara el fresco con colores muy brillantes ya que los colores de los frescos se desvanecen significativamente al secarse. Siendo su primer fresco, se sintió fatal cuando vio los colores chillones e llamativos, pero se sintió peor cuando su Superiora vio el fresco y ordenó que lo borraran. Sin embargo, un artesano local recomendó que cubrieran el fresco con un paño y esperaran a que se secara completamente antes de juzgarlo. Seguramente, con el paso del tiempo, los colores se han idos desvaneciendo dando lugar a los suaves rosas y azules que vemos hoy en día, y el rostro expresa una tranquilidad que ha sido difícil de reproducir por completo. En 1846, el Papa Pío IX visitó Trinità dei Monti. Al ver el hermoso fresco, lo declaró "¡Madre Admirable!", y a partir de entonces, el cuadro se conoce con el nombre de "Mater Admirabilis".
Este año, al celebrar su fiesta con muchos de nosotros entrando en la segunda ola de la pandemia Covid-19, quizá podamos reflexionar sobre el proceso oculto que sacó a relucir la esencia de este cuadro de la Mater Admirabilis. Al enfrentarnos a nuestros más profundos temores sobre nuestra misión, nuestra salud, la economía y un futuro incierto, ¿Cuáles son los procesos por los que podemos estar pasando? ¿Hay algunas verdades esenciales, ahora invisibles, que la pandemia puede revelarnos? ¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que tenemos la sabiduría para discernirlas y la valentía para afrontarlas cuando emerjan?