En el corazón de los verdes valles del oeste de Kenia, las RSCJ de la comunidad de Chekalini dedican cada día de su semana al cuidado de los enfermos y al apoyo de los necesitados. Fue en el centro de salud que dirigen que, durante dos meses, yo, como ellas, me puse al servicio de los demás. Acoger a los pacientes, ayudar en las consultas madre-hijo, facilitar actividades y sesiones de intercambio con niños seropositivos... Las formas de servir toman diferentes formas. Aunque no estés especializado en el campo de la medicina, siempre tienes algo que aportar, compartir y sobre todo aprender de los que conoces.
Además, más allá de las misiones que me han sido confiadas, es el calor de la acogida, la amabilidad, la sed de conocer al otro lo que me ha tocado entre las personas con las que he trabajado o con las que me he cruzado.
Alejarme de mi entorno para tomarme el tiempo de vivir el momento presente y rezar me ha permitido redescubrir la felicidad de la sencillez y me ha hecho querer a Dios de nuevo.
Me llenó la alegría muy comunicativa de los kenianos y las sonrisas de los niños discapacitados cuya escolarización también es proporcionada por las RSCJ. Regresé con el ardiente deseo de ser tan generoso y humilde como las hermanas de Nairobi y Chekalini que me acogieron a mí y a todos los que conocí durante mi jornada.
Victoria
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