La Sociedad del Sagrado Corazón

Descubrir y manifestar el amor del Sagrado Corazón de Jesús por el servicio de la educación

Imagen por Patricia Hevia RSCJ

La Sociedad del Sagrado Corazón es una congregación católica internacional de mujeres, fundada en Francia por Santa Magdalena Sofía Barat en 1800.

Hoy en día, más de mil seiscientas Religiosas del Sagrado Corazón (RSCJ) han asumido un compromiso de por vida con la Sociedad del Sagrado Corazón y su misión de descubrir y manifestar el amor de Jesús a través del servicio de la educación y sirven en 43 diferentes países alrededor del mundo.

Somos conscientes de vivir un momento histórico de cambio e incertidumbre y el Espíritu nos sigue transformando, como Sociedad, para responder al clamor y esperanzas de nuestro mundo con la misma confianza y audacia con que lo hicieron Sofía y Filipina.

Unidas, como ellas, en nuestra búsqueda y abiertas al don del Espíritu en este tiempo nuevo, estamos llamadas a alcanzar nuevas fronteras, a vivir más humanamente, a hacer silencio, y a ser y actuar como un solo Cuerpo.

Alcanzar nuevas fronteras

Salir, “embarcarnos” como Sociedad, y junto con otros y otras, hacia las nuevas periferias geográficas y existenciales, para acompañar la vida que brota, defender la justicia, la paz y la integridad de la creación en respuesta a todos los que la buscan, queriendo dar significado a sus vidas, los que han sido heridos, desplazados y excluidos por la pobreza, la violencia y la degradación ambiental. (Capítulo general 2016)
Vivir más humanamente

Con la radicalidad del estilo de Jesús de Nazaret, hacernos más hermanas entre nosotras y con otros, más humanas, más sencillas, más cercanas, para mostrar el rostro alegre y compasivo de Dios y servir a la vida allí donde seamos enviadas. (Capítulo General 2016)
Hacer silencio

Profundizar nuestra vida interior, nuestra capacidad de contemplar y escuchar los latidos del Corazón de Dios en nosotras y en el mundo y, en silencio, discernir y acoger la acción del Espíritu que nos transforma, dinamiza e impulsa a vivir nuestra misión profética y educadora. (Capítulo General 2016)
Ser y actuar como un solo Cuerpo

Revitalizar nuestra unión en la diversidad y actuar como un Cuerpo dinámico, interconectado, articulado con otros cuerpos, en el mundo y como Iglesia, para compartir, colaborar y solidarizarnos entre nosotras y con otros y otras.

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