Mater en el Colegio de Rosales en Madrid

 Los ritos son necesarios. Es lo que hace que un día sea distinto de otros días, una hora, distinta de otras horas… Así, cuando llegues, descubriré el precio de la felicidad.  Pero si llegas en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón.

El Principito, Antoine de saint-Exupéry

Se nota en los pasillos, huele a flores… El corazón del colegio se prepara para su gran día.

La historia se repite año tras año. Siempre igual. Como ese hilo fino e infinito que Ella teje con paciencia.

Nuestra querida Madre Admirable empieza a ser visitada y observada al detalle y, poco a poco, comienza a salirse del cuadro. Los pequeños  consiguen reproducir a la perfección ese primer aspecto de la imagen de colores chillones, inconcebible para el claustro de la Trinidad del Monte pero vivo, alegre y perfecto para que el día 20 las paredes de infantil sean una verdadera fiesta.

Según vamos subiendo escaleras parece como si esa imagen serena hubiera explotado en mil pedazos llenando cada rincón… Su mirada, sus manos, su cesto y el libro… Peticiones, oraciones y agradecimientos. Flores con mensajes, deseos de ser mejor… 700 visiones diferentes de una misma imagen y de un mismo sentir: ¡Te queremos! ¡Gracias por cuidarnos siempre!

Porque Mater es así… Parece la misma siempre pero cada uno de nosotros vemos en ella distintas cosas.

Y sin darnos casi cuenta amanece “el día D”. Todo el mundo se pone más guapo, los uniformes están impecables, los lazos son más grandes y los zapatos brillan más.

El coro se prepara en la Capilla grande o en el patio, el altar se inunda de flores. Unas veces un alumno, otras un profesor o catequista hacen una introducción que bien podría ser esta misma:

Hoy, día de nuestra querida Mater Admirabilis, nos reunimos aquí para recordar una vez más a esa Virgen que es como una madre para nosotros…

Cuántas veces le habremos rezado o sencillamente visitado… cuánto sabe de nuestros secretos, pensamientos, recuerdos y esperanzas.

Mater. Serenidad y fortaleza. Atenta siempre. Sin prisas. Cercana… a la que con el paso de los años vamos queriendo más y más.

Acompáñanos y ayúdanos a ser un poco más como Tú…

Las manos en la costura recién hecha, la mirada humilde, presentándose ante Dios diciendo “esta es mi obra y esta es mi vida, hágase tu voluntad.

Ana Ysasi Ysasmendi,rscj – 2010

Al terminar la Eucaristía cada uno vuelve a su clase. Mientras se suceden las visitas a “Su Capilla”, en cada aula se oye la historia de nuestra Madre, se elige a los delegados del curso y se reparten ¡los donuts!

Los alumnos de 4º de la ESO bajan a entregar a sus “ahijados” de infantil, los medallones que con tanto amor y cuidado han hecho para que no olviden nunca este día.

Los alumnos de Bachillerato se preparan para su gran momento pues son ellos los encargados de dar realmente vida a la Historia de Mater. A las 12.00 se abrirá el telón del salón de actos y cómo en un viaje al pasado los alumnos de secundaria verán pasar ante sus ojos a Jaquine intentando enseñar a hilar a una pequeña e inquieta Paulina, a la postulanta Perdreau subida en un andamio con un albañil y unos minúsculos ayudantes dando las primeras pinceladas, ante la horrorizada mirada de la Madre Corolis y algunas religiosas, de una silueta borrosa de colores fuertes que contrasta con la pared blanca del Claustro y, finalmente, al dejar caer la sábana contemplarán “ la más bella imagen de María… una Virgen llena de serenidad y fortaleza, atenta siempre, sin prisas, cercana…”.

La fiesta va llegando a su fin. No ha quedado alumno, ni profesor, ni personal del colegio que no haya pasado a lanzarle un beso, a decirle que la quiere, a dejar un instante el corazón y la vida en sus manos. Una parte de nosotros se queda ahí. En el sitio donde Mater la tenía ya guardada.

El día se acaba para los alumnos y cuando ya parece que nuestra Virgencita va a poder descansar un poco después de tanto ajetreo, llega el turno de los antiguos alumnos. También ellos quieren visitar a esa Madre que acompañó sus desvelos escolares, sus horas de estudio,  sus años de juventud. Esa misma juventud que refleja su rostro y que ellos, quien más quien menos, hace tiempo dejaron atrás, pero que, por arte de magia, al estar frente a Ella vuelven a recuperar al instante.

¿Mañana? Mañana será otro día y el colegio recuperará el ritmo normal de vida y volveremos a asomar la cabeza al pasar por delante de la Capilla. Y a lanzarle un beso y a decirle que nos cuide.

                                                                 Pilar Rubín – profesora colegio Rosales (Madrid)


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