Santa Rosa Filipina Duchesne

  • Pintura al óleo por Isabel Guerra, una monja cisterciense, encargada por Marisol Soler RSCJ. Un regalo a la Sociedad con motivo de la canonización de Rosa Filipina Duchesne en 1988. La pintura se encuentra ahora en la Villa Lante.
 
Rosa Filipina Duchesne nació en Grenoble, Francia, en 1769.  Se preparó  para la primera comunión en el cercano convento de la Visitación, y poco después, el deseo de entregar su vida a Dios la impulsó a unirse a esta comunidad de la Visitación, orden  contemplativa de clausura, a pesar de su deseo de servir a Dios en tierras de misión.  Después de la revolución francesa, su convento fue cerrado por el gobierno. Durante diez años Filipina asistió a los indigentes de Grenoble y al mismo tiempo se preguntaba qué quería Dios de ella.    

En 1804 a Magdalena Sofía Barat le hablaron de Filipina Dúchense,   mujer de cualidades naturales  y espirituales poco frecuentes. Su primer encuentro fue el inicio de una profunda amistad. Filipina se unió a la Sociedad del Sagrado Corazón, y su deseo de llevar a Dios a tierras lejanas se  realizó en 1818 cuando ella y cuatro compañeras zarparon rumbo al Nuevo Mundo.  Su gran anhelo era trabajar entre los indios de  América,  pero tuvo que esperar  23 años para ir a vivir  entre los Potawatomis. Antes de realizar este deseo de su corazón,  Filipina había fundado el primer Colegio Católico  al oeste del Mississippi y vio con gozo cómo  la Sociedad del Sagrado Corazón se difundía  por los Estados Unidos.

La vida en las fronteras conllevaba un enorme desgaste tanto físico (hambre, frío, pobreza, enfermedad) como  psicológico  (dificultades debidas a las distancias y la comunicación, cartas que a veces tardaban seis meses o más).  Filipina nunca creyó tener el don de liderazgo y en 1852  muere pensando  que su vida había sido  un fracaso.  La historia revela lo contrario: los americanos  vieron en ella “la mujer que siempre reza"; los colegios que fundó forman parte  de la red de colegios del Sagrado Corazón extendida por  todo el mundo; y la Sociedad del Sagrado Corazón sigue siendo una comunidad internacional, unida a través de los cinco  continentes tanto por las relaciones humanas como por una espiritualidad y misión comunes.

Rosa Filipina Duchesne fue canonizada en 1988.

 
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