Al contemplar Su corazón en el corazón herido de la humanidad, surge el deseo de comprometernos con mayor pasión y compasión en la búsqueda de la justicia, la paz y la integridad de la creación.Nuestro caminar cotidiano con los pueblos de diferentes razas y culturas, en los diversos contextos donde estamos, y la escucha profunda de los gozos y los sufrimientos de la humanidad, nos han permitido tocar la pobreza, la desigualdad, la exclusión, la violencia y la destrucción del medio ambiente, en el mundo de hoy. Reconocemos con mayor claridad la interconexión que existe entre las realidades globales y su impacto en las situaciones locales. Tenemos mayor conciencia de los efectos negativos de la globalización del sistema económico neoliberal y de la cultura dominante.Nos duele el dolor de nuestros pueblos. Desde ellos y con ellos encontramos en el corazón abierto de Jesús. (Capítulo general 2008)