Triduo de Pascua 2016

Al celebrar el Triduo de Pascua en este Año Jubilar de la Misericordia, compartimos extractos de una carta escrita por nuestra anterior Superiora General Helen McLaughlin rscj en la Pascua de 1992:

 
Si por vocación estamos llamadas a manifestar “el amor de Dios que se nos revela en Jesucristo: su Corazón es para nosotros manantial y símbolo de este amor” (Const. §3), la compasión, Hesed, característica del Corazón de Dios, debe invadirnos y penetrar toda nuestra misión educadora. 
 
La compasión, ciertamente, no está ausente de nuestra realidad, existe. Todas conocemos personas que dan testimonio y viven de manera radical, incluso heroica, la compasión de Cristo, la compasión de Dios.
 
La compasión existe pero, a veces, parece bloqueada, adormecida, y las consecuencias son graves: codicia, ansia de tener, de poseer, individualismo, etc. y esto engendra la opresión, la pobreza, la injusticia. 
 
Siento en esta realidad todo un desafío para nosotras. Nos hablan con frecuencia de buscar y de ofrecer una alternativa. ¿No debería ser la compasión la alternativa, la posibilidad siempre nueva y siempre sorprendente que, nosotras RSCJ, ofreciéramos a nuestro mundo?
 
Tenemos lo que yo llamaría “el poder de la compasión”, y este poder tiene una fuerza que transforma. Es una gracia que nos lleva no a controlar, como pueden hacerlo los poderes políticos y económicos, sino a inclinarnos como Cristo sobre el sufrimiento de la humanidad, a curar y a liberar como Él.
 
El poder de nuestra compasión –compasión nunca totalmente pura, siempre mezclada por nuestra flaqueza– nos ayudará a luchar contra todo lo que es causa de sufrimiento en tantos hermanos y hermanas nuestras. 
 
 
 
 

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