Dios nos pone también en la situación de buscar juntas las aplicaciones concretas de nuestras opciones, y esto es lo que tenemos que transmitir con la confianza de que Él sabe mejor que nosotras lo que va a hacer.
En primer lugar, tenemos que rehacer juntas este proceso, este camino que conduce a una actitud de pobreza, es decir, de esperanza, puesto que la pobreza es esperanza. Este camino se hará en comunidad; así experimentaremos la pobreza de una búsqueda en común.
Trataremos de aprender a discernir. A la comunidad le toca sostener a cada persona a fin de que todas se ayuden mutuamente a ver mejor, y que cada una se sienta querida de verdad, a pesar de la posible tensión entre las opciones y el profundo respeto a las personas.
En comunidad, debemos formarnos para ser verdaderamente educadoras: no podemos educar a los demás sino en la medida en que seamos realmente humanas, sencillas, unificadas y de este modo capaces de reaccionar ante un mundo que nos cuestiona, y capaces de irradiar.
A la comunidad corresponde abrirse religiosamente a la secularización como a un fenómeno que puede conducirnos a vivir con más fuerza en presencia de Dios, y a encontrarle en todo. Pero vivir ante la faz de Dios exige renunciar a los ídolos. El discernimiento comunitario es necesario para abrirse a los verdaderos valores y vivir en la presencia de Dios sin ídolos.
La comunidad nos dará también la apertura al sentido internacional; comprobar nuestra propia pobreza nos llevará a abrirnos a los otros. Las comunidades no pueden caer en el narcisismo; las naciones no puededn cerrarse en sí mismas con suficiencia; tienen necesidad de los otros. Hay que llegar a esta pobreza: debemos vivir este sentido internacional con el empeño de aprender de los otros y de ayudarnos mutuamente.
Esta apertura debe ser también apertura a las necesidades del mundo. Debemos preocuparnos de los países que sufren. Estemos donde Dios nos quiere, pero estemos dispuestas también a ayudar comunitariamente a las personas que se sientan llamadas a ir a los sitios más necesitados.
Todas nuestras opciones están profundamente relacionadas entre sí y debemos vivirlas en el discernimiento comunitaria y en la amistad de la comunidad.
En este tiempo litúrgico esperamos con la Virgen a Jesús que viene y nos va a unir a todas en una gran esperanza: una nueva vida religiosa que llega también y de la que tenemos ya una experiencia. Vida religiosa nueva porque tenemos la voluntad de vivir la Renovación en una esperanza verdadera, verdadera porque pobre.
Superiora General
Conferencia de Clausura
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