Aquellas que pensamos que estamos demasiado mayores para hacer algo, solo necesitamos mirar a Filipina Duchesne para inspirarnos. A sus casi 50, dejó su hogar para ir a Luisiana, y a los 72 emigró a Sugar Creek, Kansas, para vivir entre los Potawatomi. Cuando en un momento dado queremos decir, como los discípulos en el monte Tabor: “instalémonos aquí y ya no hagamos más,” Filipina nos invita a bajar de la montaña al barro de la vida, dejar la altura y bajar a nivel del mar, de Grenoble y París a Nueva Orleans y San Luis. En medio de la desesperación y la impotencia, cuando nos falla el lenguaje, Filipina, la mujer que siempre reza, nos invita con un gesto a vivir con el valor y confianza que nacen de la contemplación incesante, para poder decir “Disculpen, pero tenemos que hacer la obra de Dios.”
Mary Hotz rscj
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