Vuelve Filipina a Sta Marie d’en-Haut
En 1801, en medio del frío glacial de aquel invierno, Filipina llama a unos chicos que andaban rodando por las calles de Grenoble y les ofrece un trabajo poco frecuente: ayudarla a rehacer su querido monasterio de la Visitación devastado por la Revolución francesa.
Los vemos cargados con paquetes pesados.
Nos los imaginamos alegres y alborotados…
Una misión con los niños que recibió de una manera muy clara en mayo de 1800 durante su peregrinación a La Louvesc, aldea evangelizada por San Francisco Regis. Vuelve decidida a “enseñar a los pobres como hizo San Francisco Regis”.
Tenacidad, valentía, generosidad animan a Filipina en esta misión y más aún porque “yo veía en el rostro de esos chicos el reflejo de la mirada del Señor”, afirma ella.
¿Mirada Contemplativa? Sí, toda su felicidad era estar ahí, como ella estuvo, en aquella noche bendita del jueves santo en abril 1806: “Era más feliz entre ellos que todos los potentados de la tierra”.
¿Hoy? Misión siempre actual según el Papa Francisco: “El analfabetismo existe todavía… es una gran injusticia que toca la dignidad de la persona humana. La enseñanza es de verdad una forma específica de evangelización.”
Con la valentía, la tenacidad, la generosidad de Filipina, y la fuerza de nuestro carisma, respondamos a esta llamada de todos los tiempos: trabajar por el crecimiento integral de la persona, por construir un mundo de justicia y de paz en respuesta al grito de los pobres, por anunciar el Evangelio (según las Constituciones nº 13).
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