Cuando supe que me correspondía presentarte, tres figuras bíblicas me vinieron espontáneamente a la mente, tres mujeres, evidentemente.
La primera es Sara, esposa de Abraham y madre de Isaac. A ti te gusta reir y hacer reír. Te ríes de ti misma, te ríes de las situaciones. Lo mismo que Sara, te mantienes al acecho, detrás de la cortina de las Escrituras, y la Palabra, que escuchas profundamente, te suscita un estallido de risa comunicativa. Dios es « Aquel que te hace reír ». Esto explica que no trates de presumir tus títulos universitarios o tu larga experiencia con la Biblia. Dices que no eres una teóloga de altos vuelos… y sin embargo,¡cuánta erudición se necesita para lograr tal sencillez ! Tu sentido del humor te permite bastantes audacias para hacer accesible al mayor número de personas el sabor de los relatos bíblicos y su fuerza subversiva. En esto eres una auténtica hija de Magdalena Sofía Barat, fundadora de las religiosas del Sagrado Corazón, que no fallaba nunca en captar el aspecto jocoso de cada situación. Era hija de un viñador y el buen vino le gustaba. Tú, cuando quieres explicar tu trabajo, te presentas como una de las empleadas que, en Caná, tuvo el privilegio de saber de dónde venía ese buen vino, y de servirlo abundantemente a los invitados a la boda
Ya sea que escribas o que hables, tu lenguaje es sencillo y concreto, esmaltado con juegos de palabras y guiños de ojos a los acontecimientos de la actualidad. Una de nuestras hermanas, encargada de traducir tus escritos, confesaba: « Tiemblo al tener que traducirla. No es posible hacer una traducción palabra por palabra. ¡Su lenguaje es chispeante! » Gracias a tus valientes traductoras !
Pero aún hay más. También tienes mucho de la mujer sirofenicia que, para salvar a su hija de la influencia de un demonio, osa acercarse a Jesús y hasta enfrentarse con él. Para ella, como para ti, nadie puede estar excluido de la fuerza de la vida y de la salud que Jesús trae. Frente a la resistencia de Jesús, esta mujer actúa como una humilde pedagoga. No hay perritos que valgan cuando se trata de dar la vida y darla en sobreabundancia. Tú eres de su raza cuando eliges ir a vivir con los más pobres, en un centro de acogida de Caritas, para familias sin recursos o refugiadas. Tú les das tu amistad, tu escucha y el tesoro de los relatos bíblicos tan adecuados para curar tantas llagas e injusticias soportadas. Tú eres de su raza cuando inventas caminos inéditos para quienes acompañas en un retiro espiritual o en los Ejercicios de S. Ignacio. Como la cananea reveló a Jesús lo profundo de su corazón, tú permites a muchos descubrir el gozoso ardor de su corazón trastocado (o transformado) por la Palabra de la Escritura.
Finalmente, querida Dolores, como la amada del Cantar de los Cantares, no has cesado en la búsqueda de aquel que tu corazón ama. Y lo encuentras, un sonido de baja murmurando, a la sombra de la Palabra, escondido en el hueco de la roca. Para nosotras, religiosas del Sagrado Corazón, y sin duda para muchas otras personas, tú indicas el camino de una vida en la que la contemplación transforma la vida en acción, acción de gracias, « Morena » en el amor, tú entrenas a aquellas y aquellos que desean, con su corazón ardiente por la Palabra, que nazca un mundo transformado.
Un Gracias grande para ti.
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