En un artículo publicado en el Global Sisters Report, Juliette N’guémta Nakoye Mannta RSCJ (RDC-TCH) habla de la vida del Chad bajo un estado militar, con violaciones de los derechos humanos y de las libertades, con los asuntos económicos y sociales sumidos en el caos. Pero la labor de la Iglesia en el Chad, incluida su misión como hermanas, ofrece esperanza.
Reproducido con permiso del Global Sisters Report (National Catholic Reporter)
Durante el tiempo de Adviento y Navidad, me pregunté: ¿Dónde renace la esperanza en el Chad? ¡Es tan vulnerable en tantos sentidos! Como en todo el resto del mundo, hablamos sobre el valor de la vacuna contra el COVID-19, pero nuestra singularidad radica en que también hablamos sobre el valor del diálogo inclusivo para nuestro país. Con todo lo hablado, aún sigo preguntándome por la esperanza. Pero -aunque a veces es difícil saberlo- hay algunas señales.
Mis primeras dudas sobre los signos de esperanza surgen al observar la situación política de nuestro país. El Consejo Militar de Transición, dirigido por el Presidente MahamatIdriss Déby, y el pueblo chadiano aspiran a un diálogo inclusivo para una paz duradera, pero ¿qué es lo que hará posible esa paz perpetua que esperaba el filósofo Immanuel Kant?
Quizás un signo de esperanza apareció el 5 de diciembre de 2021. Al conocer esta aspiración de paz por parte del gobierno, cuatro opositores y activistas chadianos: Makaila Nguebla, Abel Maïna, Habib Ben e Hisseine Dagga Tahirou -que entonces vivían exiliados en Francia- decidieron volver a Chad con la esperanza de la colaboración prometida. Querían sinceramente formar parte del esfuerzo por el diálogo inclusivo en el país.
Pero, ¿qué han encontrado? No estoy segura de cómo describir este supuesto “diálogo inclusivo». A mí me parece que -en las relaciones de poder del gobierno nacional- la violencia aún no ha dicho su última palabra. Los chadianos no están experimentando las condiciones necesarias para un diálogo creíble y sincero. Seguimos viviendo bajo un estricto estado militar, y las acciones de la carta de transición del Consejo Militar de Transición son unilaterales y poco transparentes. Se violan los derechos humanos y las libertades fundamentales, con detenciones arbitrarias y multas.
La corrupción reina, y las autoridades ignoran las voces de los líderes políticos de la oposición y de la sociedad civil, como Wakit Tama y Succès Masra. Prometieron utilizar el consenso para designar a los miembros del Comité Organizador del Diálogo Nacional Inclusivo, o CODNI, y eso no ha ocurrido. Incluso las reuniones de preparación del diálogo se celebran en condiciones confusas. En resumen, ni la forma ni el contenido de este supuesto diálogo nacional por la paz son evidentes para todos los chadianos.
Los asuntos económicos y sociales del país también son un caos. Las empresas internacionales y nacionales están saqueando y malversando las materias primas nacionales, en cooperación con miembros de nuestra clase dirigente que utilizan el poder para decidirlos derechos de vida-muerte sobre otros chadianos. Han fomentado los conflictos intercomunitarios entre agricultores y pastores, cuya desesperación ha llevado al alcoholismo, al robo, a los secuestros para pedir rescate, a las drogas, a la prostitución y a las violaciones. Algunos partidarios de las políticas gubernamentales son recompensados con puestos de trabajo en la administración pública, sin tener que demostrar competencia o experiencia.
Desde el punto de vista social y cultural, nuestro país ha sido testigo de todo el colapso de nuestro sistema educativo junto con un declive generalizado de los valores de la comunidad chadiana. Según el Índice de Capital Humano 2020 del Banco Mundial, un/a niño/a nacido/a en Chad solo puede esperar alcanzar el 30% de su potencial productivo a lo largo de su vida debido a una educación inadecuada y a problemas de salud. Al reflexionar sobre la situación de Chad, estoy de acuerdo con Chinua Achebe – novelista, poeta y crítico nigeriano, en su libro «Things Fall Apart» – en que nuestro mundo se está derrumbando.
Una luz de esperanza para algunos de nosotros es que la Iglesia católica de Chad está trabajando en contra de las tendencias actuales del gobierno. Esta familia de Dios está en comunión con Roma y trabaja para el sínodo de 2023. Trabaja por la restauración del tejido social del Chad, tratando de construir una sociedad del amor desde la visión del Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, y desde el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral bajo la dirección del Cardenal Peter Turkson. El arzobispo de Yamena, Goetbé Edmond Djitangar, presidente de la Conferencia Episcopal del Chad o CET, también está trabajando en esta dirección en comunión con sus obispos de la CET.
El tema del simposio es «Vigilantes de la ciudad», tomado de los mensajes de los obispos del Chad a la iglesia y a la nación desde 1965 hasta 2020. Esto se resume en el libro «Luz en nuestra noche» (que se puede encontrar en el teologado de los jesuitas en Abidjan (Costa de Marfil), Francia o Chad) de la Hna. Noélie Djimadoumbaye, que se está doctorando en el Centro Sèvres de París.
Como Religiosa del Sagrado Corazón, creo que nuestra misión también contrarresta las tendencias nacionales negativas, dando testimonio de Cristo en la fe, la caridad y la esperanza a través de la educación de los jóvenes en los valores fundamentales de la vida social. A pesar de que el COVID-19 agravó e intensificó nuestras injusticias sociales nacionales y la falta de preocupación por los altos costos de la vida y la muerte, nosotras las hermanas -aunque carentes de medios financieros- hemos podido permanecer presentes al lado de nuestra gente que sufre
Algunas de nosotras enseñamos filosofía y religión en nuestro instituto del Sagrado Corazón en Yamena, otras ejercen su ministerio en las parroquias o en las bibliotecas parroquiales, en los consejos parroquiales, o sirven en la pastoral vocacional, en la oficina de catequesis y en el RESRAT (que se traduce como «Encuentro Sacerdotal y Religioso de Africanos en el Chad») para ayudar a la inculturación del Evangelio en el Chad.
Acompañamos a la Comunidad de Vida Cristiana, incluyendo a los jóvenes y a otras personas necesitadas, especialmente a las mujeres y a los menores de la prisión de Klessoum (Yamena) o a los enfermos en sus casas. También damos conferencias en un centro cultural y presentamos programas de justicia social en la radio y la televisión diocesanas. Todo esto requiere que seamos audaces y creativos para desarrollar un liderazgo cristiano en todos los niveles de la vida política, económica y sociocultural de nuestro país
De noviembre a diciembre de 2021, participamos vía Zoom en el Capítulo General Extraordinario de Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, con el lema: «He aquí que hago nuevas todas las cosas». Estar juntas nos dio más impulso para vivir nuestro carisma, «descubrir y manifestar el amor del corazón de Jesús glorificándolo a través del servicio de la educación.» Lo vivimos con apertura de corazón y de conciencia, y con una actitud de escucha desde el corazón, de discernimiento y, sobre todo, de amor universal.
La invitación del Papa Francisco a vivir la sinodalidad y la próxima celebración del centenario de nuestra iglesia son también importantes destellos de esperanza. Estos acontecimientos son una oportunidad para caminar juntos, para dar gracias al Señor por todas sus bendiciones, y para testimoniar nuestro compromiso de construir una sociedad justa y fraterna (Véase el mensaje de Navidad de diciembre de 2021 de los obispos del Chad).
Juliette N’guémta Nakoye Mannta RSCJ
Section |Noticias Internacionales
Province |Republica Democratic de Congo / Chad