Nací en el sur de Polonia, en Bochnia, ciudad cerca de Cracovia que es la antigua capital de nuestro país. Crecí con mis abuelos porque mi madre me dejó cuando yo tenía dos años. Tenía cinco cuando mis padres se divorciaron y mi padre formó una nueva familia con la que tuve bastante buena relación. Seguí viviendo con mis abuelos y me ocupé de ellos hasta su muerte. Tenía entonces 23 años, y cuando murió mi abuela, me puse a buscar a mi madre. Quería conocerla y comprender su historia. Y así lo hice. Por eso ahora tengo dos familias, tengo seis hermanastros, tres hermanos y tres hermanas, de dos familias completamente diferentes, pero los quiero a todos.
No pensaba en la vida religiosa pero la mayor parte de mi vida he pertenecido al Movimiento Luz y Vida, fundado por el Siervo de Dios Franciszek Blachnicki. Durante mi solitaria adolescencia este movimiento me dio ocasiones de crear relaciones y de experimentar a Dios no solo como Tradición, sino como Alguien que está verdaderamente VIVO y que se preocupa de la gente.
Hice un primer año de estudios de Finanzas, pero mi deseo es trabajar con personas y no con dinero, seguí estudiando y elegí Matemáticas para maestros. Para entonces mis abuelos habían muerto y tuve que sostenerme económicamente, lo hice vendiendo pan y bocadillos en una panadería. Después de acabar mis estudios, trabajé en una excelente empresa como joven contable. Cuando pensaba que tenía todo lo necesario para sentirme segura en la vida, empecé a sentir un vacío por dentro y un profundo deseo de dar un verdadero sentido a mi vida. Fue mi momento de abrir el espacio de mi corazón a Jesucristo y su Amor.
Sintiéndome llamada a ser religiosa empecé a buscar una congregación . Sabía bien lo que quería: estar al servicio de los jóvenes. Cuando descubrí la web de las Religiosas del Sagrado Corazón, me dije: “No, esto me resulta muy extraño, algunas llevan hábito religioso, otras no, y tienen un nombre extranjero: Sacré Coeur”. Pero hubo algo que me empujaba a seguir leyendo más y más sobre ellas. Y al ir conociendo más esta congregación comencé a identificar este lenguaje con mi corazón.
Entré en la Sociedad del Sagrado Corazón en 2007. Aunque mis dos familias no dijeron nada en aquel momento, comprendí que mi decisión era difícil para ellas. Pero a lo largo de los años llegaron a aceptar mi opción.
Mi primer año como Candidata lo viví en la comunidad de Poznan, y trabajaba como profesora de matemáticas en una ciudad cercana. Siguieron los dos años de noviciado, un tiempo maravilloso de oración, estudios y servicio apostólico. Por la meditación y la contemplación, y los ejercicios espirituales ignacianos, fui experimentando cómo Dios lenta y suavemente me iba enseñando lo que realmente significa el Amor. Empecé también a estudiar teología y me comprometí en distintas actividades apostólicas: participación en el movimiento Luz y Vida en nuestra parroquia, ser voluntaria en retiros para personas con discapacidades, unirme a los jóvenes en los Días de la Juventud organizados por las Misioneras de Nuestra Señora de la Salette. En todas esas actividades y en el contacto con todas esas personas podía ver a Dios, y era para mí una alegría y un honor poder acompañarlas.
Hice mis Primeros Votos en 2010. Como RSCJ trabajé en la escuela media como profesora de matemáticas. Disfruté en ese trabajo porque estar con los jóvenes es mi pasión. Pero a los dos meses de haber empezado mi apostolado, tuve un ictus que me dejó sin habla y con la mitad de mi rostro y mi mano derecha paralizados. Fue un momento verdaderamente difícil para mí, pues no sabía que me depararía el futuro. Pero también en este tiempo experimenté el enorme amor de Dios y el cuidado de los otros. Por la gracia sanadora de Dios, la enfermedad se mejoró muy pronto y después de unos meses pude volver al colegio.
Seguí enseñando matemáticas en la misma escuela, donde intenté compartir con los jóvenes, de distintas maneras, el amor de Dios que yo había experimentado personalmente. En las vacaciones de verano, ayudé a dar retiros en nuestra Casa de Ejercicios, o acompañé a varios jóvenes en su búsqueda del Amor del Corazón de Dios. Este año, por ejemplo, he ayudado en las actividades relacionadas con el Día Mundial de la Juventud.
Mis experiencias de vida y mi práctica de los ejercicios espirituales me han ayudado a entrar profundamente en la realidad del perdón. Incluso centré mi tesis: en “el perdón como camino para la transformación personal”. Por mis relaciones, especialmente en familia, sigo tocando el profundo misterio del perdón. Verdaderamente en todos estos años he experimentado el suave, tierno, y perdonador amor del corazón de Dios.
Ahora deseo comprometerme más plenamente con Dios, espero ser capaz de abrir mi corazón más y más a este Amor incondicional. Y rezo para tener la posibilidad de compartir este Amor con las personas que tenga la gracia de encontrar a lo largo de mi vida.
** Este perfil fue escrito en noviembre de 2015.
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