Lucie, una voluntaria francesa del Sagrado Corazón, nos habla de sus tres meses de voluntariado en Argentina.
Me fui 3 meses a la comunidad de La Cortada, en la provincia de Santa Fe, en Argentina. Al irme a hacer voluntariado, quería experimentar la vida por mí misma, hacer una pausa en mis estudios y descubrir una nueva cultura.
No tenía expectativas concretas ya que no tenía ni idea de lo que iba a hacer. Después de contactar con las monjas supe que tenían varias actividades (clases particulares, taller de pintura, panadería, albañilería…) pero todo era muy vago.
Cuando llegué allí, enseguida me di cuenta de que no tenía una misión específica. Lo único que tenía que hacer era vivir el momento y participar en la vida cotidiana.
Con los lugareños descubrí una cultura, la mentalidad de un país, su historia, pero también un modo de vida (muy diferente del nuestro), ya sea en la vida cotidiana o en las relaciones con la gente. Los lugareños desbordan el amor que tienen para dar; es abrumador para los niños y más modesto para los adultos, pero se nota rápidamente en los pequeños gestos. No sé si les llevé algo, pero hice todo lo posible por compartir con ellos tantos momentos como pude. Lo cierto es que he recibido muchísimo.
No siento que haya cambiado desde que me presenté voluntaria, no me he convertido en una persona nueva. Pero he evolucionado y crecido. Me llevé recuerdos, caras, palabras y momentos que me acompañarán durante mucho tiempo, porque fue mucho más que un viaje.
Quiero compartir esta experiencia y animar a otros jóvenes a salir de su zona de confort y descubrir otras realidades. Quiero mantener el contacto con los amigos que hice allí y volver a Argentina para verlos de nuevo, y sobre todo quiero disfrutar de la vida y de los placeres que ofrece, porque eso es lo que me han demostrado cada día; a pesar de todos sus problemas, siempre encuentran una manera de reír y de divertirse, ¡y creo que ésa es su mayor fuerza!
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