Una carta a Sophie de su hija, Gyaviira

  • Madeleine Sophie praying

Querida Sophie,

Yo, tu hija, me presento ante ti, pidiéndote que me enseñes a amar y a rezar. Tu nombre significa sabiduría. Esto me desafía a ser tan sabia como tú. Naciste del fuego y esto te influyó con el deseo de incendiar el mundo con el amor del Corazón de Jesús.

Sophie, eras una mujer de oración. Dios fue siempre el número uno en tu vida; no es de extrañar que te convirtieras en una santa. Enséñame también a mí cómo rezar siempre. Tus estrictas lecciones con tu hermano te molestaban a veces. Sin embargo, a través de todo esto, te hiciste fuerte y firme, perseveraste y esto te expuso a muchas oportunidades a una tierna edad, aprendiste muchos idiomas. El reto de ser positiva en mi trabajo de clase es una oportunidad que debo atesorar, cualquier apertura de ojos a las realidades de la vida. "No quiero otro camino que la voluntad de Dios". Estas palabras tuyas me inspiran mientras sigo discerniendo mi llamada a la vida religiosa. Mi querida madre, tenías una mente abierta, abierta a aprender de todos y a escuchar a todos. Que yo aprenda de ti a estar abierta a nuevas ideas y cambios como lo estabas tú. Madre Sophie, tu amor infinito por todos los que conociste es la virtud que deseo que sea mi código diario. Para ti, todo el mundo era importante. Que te emule en todo lo que hago, madre maravillosa. Reza siempre por mí.

Con cariño, tu novicia,

Francisca Gyaviira Nakarera

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