“Procura que las niñas se sientan aceptadas y queridas, siendo firme sin dureza y buena sin debilidad”, dice una de sus “Máximas”.
Es algo que, en mis 52 años de educadora, en colegios y proyectos populares, he tratado de vivir con mayor o menor acierto.
Reflexionando sobre esa frase me di cuenta de que, en los primeros años de Sofía, las figuras más determinantes fueron su madre, cariñosa, muy cercana y compenetrada con su hija, y su hermano Luis, austero, exigente, que la presionaba con energía para adquirir un cúmulo de conocimientos.
Confrontando esa frase de Sofía con su experiencia inicial y con lo que es nuestro característico modo de educar, que tiene su origen en ella, me doy cuenta de que logró una sabia combinación entre el amor y la ternura de su madre, por una parte, y la exigencia de calidad de su hermano, por otra. Tomó de cada uno lo que hace crecer, y rectificó lo que pudo haber de excesivo en el cariño de una y en la exigencia del otro.
Este descubrimiento me lleva a intentar potenciar lo que en mi educación ha habido de valioso y a dejar caer lo que no me ayudó. Mi admiración por Sofía creció; valoro y comprendo mejor esa frase que tanto me ha ayudado, y agradezco tanto bueno recibido de mis educadoras y educadores.
Ana Ramírez Ugarte rscj
Section |Noticias Internacionales
Province |México
Our Spirituality |La Tradición Espiritual del Sagrado Corazón
Tags |Feast of Madeleine Sophie|Magdalena Sofía Barat|May 25