Reflexión del Jueves Santo : Pobreza y Comunidad (Concha Camacho rscj)

"Estando en la probación, -- ha escrito una aspirante [probanista] --, recibí esta imagen que me ayudó y marcó mi vida de oración. Pone por detrás de su puño y letra...."

 
Jesús vio que venía hacia Él mucha gente y dijo a Felipe:
«¿Cómo vamos a encontrar pan para que coman estos?» Se le decia
para probarlos, porque Él sabia lo que iba a hacer.  (Juan 6, 5-6)
 
Los discípulos han tomado decisiones concretas, conscientes de su pobreza, pero con el impetu y la confianza de que Jesús, aunque les prueba, sabe bien lo que va a hacer.

Dios nos pone también en la situación de buscar juntas las aplicaciones concretas de nuestras opciones, y esto es lo que tenemos que transmitir con la confianza de que Él sabe mejor que nosotras lo que va a hacer.

En primer lugar, tenemos que rehacer juntas este proceso, este camino que conduce a una actitud de pobreza, es decir, de esperanza, puesto que la pobreza es esperanza. Este camino se hará en comunidad; así experimentaremos la pobreza de una búsqueda en común.

Trataremos de aprender a discernir.  A la comunidad le toca sostener a cada persona a fin de que todas se ayuden mutuamente a ver mejor, y que cada una se sienta querida de verdad, a pesar de la posible tensión entre las opciones y el profundo respeto a las personas.

En comunidad, debemos formarnos para ser verdaderamente educadoras:  no podemos educar a los demás sino en la medida en que seamos realmente humanas, sencillas, unificadas y de este modo capaces de reaccionar ante un mundo que nos cuestiona, y capaces de irradiar.

A la comunidad corresponde abrirse religiosamente a la secularización como a un fenómeno que puede conducirnos a vivir con más fuerza en presencia de Dios, y a encontrarle en todo.  Pero vivir ante la faz de Dios exige renunciar a los ídolos.  El discernimiento comunitario es necesario para abrirse a los verdaderos valores y vivir en la presencia de Dios sin ídolos.

La comunidad nos dará también la apertura al sentido internacional; comprobar nuestra propia pobreza nos llevará a abrirnos a los otros. Las comunidades no pueden caer en el narcisismo; las naciones no puededn cerrarse en sí mismas con suficiencia; tienen necesidad de los otros.  Hay que llegar a esta pobreza:  debemos vivir este sentido internacional con el empeño de aprender de los otros y de ayudarnos mutuamente.

Esta apertura debe ser también apertura a las necesidades del mundo.  Debemos preocuparnos de los países que sufren.  Estemos donde Dios nos quiere, pero estemos dispuestas también a ayudar comunitariamente a las personas que se sientan llamadas a ir a los sitios más necesitados. 

Todas nuestras opciones están profundamente relacionadas entre sí y debemos vivirlas en el discernimiento comunitaria y en la amistad de la comunidad.

En este tiempo litúrgico esperamos con la Virgen a Jesús que viene y nos va a unir a todas en una gran esperanza:  una nueva vida religiosa que llega también y de la que tenemos ya una experiencia.  Vida religiosa nueva porque tenemos la voluntad de vivir la Renovación en una esperanza verdadera, verdadera porque pobre.

Concha Camacho rscj
Superiora General
Conferencia de Clausura
Capítulo General del 1970
 
** Este extracto y foto son de Concepción Camacho Fernández Cañedo (1927-2014):  Duodécima Superiora General de la Sociedad del Sagrado Corazón (1970-1982),
pp. 80-81, escrito por Mari Blanca de Sivatte Algueró rscj.  Utilizados con permiso de la autora.
 

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