Resurgir después del Supertifón Yolanda

Notre Dame of Abuyog was able to install a new roof through the help of donations.

Han pasado nueve meses desde que el supertifón Yolanda (su nombre internacional era Haiyan), azotó Filipinas y arrasó la vida de miles de personas, destruyó casas, iglesias y bienes; derribó naves industriales, devastó plantaciones, árboles y vegetación.  Del 12 al 15 de agosto de 2014 visité con Digna Dacanay RSCJ algunas de las zonas devastadas por Yolanda en Samar Oriental y en Leyte.  Era la tercera visita que, desde noviembre del año pasado, hacía a las zonas afectadas por el tifón.  El fin principal del viaje era verificar concretamente los progresos en la reconstrucción de las instituciones que habían recibido donativos de ayuda a través del distrito de Filipinas de la Sociedad del Sagrado Corazón.

Donativos generosos llegaron abundantes de todo el mundo.  El primer grupo de beneficiarios fueron víctimas conectadas directamente a las RSCJ.  Es decir, los que pertenecen a las instituciones educativas para los pobres: la Fundación Santa Filipina Duchesne de los Obreros de Ormoc (SPDOWFI), y el Instituto Sagrado Corazón para la Educación Transformadora en Samar Norte (SHIFT).  Ayudamos mediante operaciones de socorro urgente, reparación de viviendas, infraestructuras y otros servicios.  Se hizo otro donativo a una iglesia totalmente deteriorada en Basey, Samar Oriental; a una ONG que trabaja en auxilio a supervivientes; y a SHIFT para talleres de apoyo post-traumático.  El Distrito de Filipinas decidió también compartir donativos con la Asociación de Visayas Oriental para Escuelas Privadas (EVAPS), de la que la Hermana Digna era presidente.  Muchas escuelas privadas, a diferencia de escuelas públicas, no recibieron ninguna ayuda económica ni del gobierno ni de grandes organizaciones internacionales.  Pudimos ayudar a 45 escuelas privadas a reparar servicios educativos dañados.  800 profesores y empleados de las escuelas EVAPS, cuyas residencias habían sufrido daños, recibieron también una ayuda económica.

Al recorrer durante tres días cientos de kilómetros en camioneta desde Tacloban hasta Samar Oriental y volver por diferentes puntos de Leyte, tres cosas me llamaron la atención.  La primera, ver miles de tejados recién instalados hechos de placas plateadas de hierro galvanizado, que reflejaban intensamente la luz solar.  Había aún en algunos sitios muchas tiendas de campaña descoloridas con los logos de organizaciones internacionales, pero también me llamaron la atención  muchas casas familiares pequeñas, recién construidas. La gente del barrio nos dijo que con 35.000 PhP (850 $) se podía levantar una casita de una habitación con paredes de bambú entrecruzado y tejado de placas de hierro galvanizado.

Lo segundo que me impresionó fue la nueva vida pujante de la naturaleza.  Muchos árboles que había visto muertos hace nueve meses había recuperado su vigor y hojas de un verde intenso crecían abundantes de nuevo.  Lo tercero que me llamó la atención fue la presencia de organizaciones de ayuda internacional.  Rara vez se veían en los caminos comarcales vehículos ni públicos ni privados, pero la mayoría de los que encontramos eran los SUVs de organizaciones de ayuda internacional, que todavía colaboraban en la rehabilitación de zonas devastadas. Había muchos carteles de organizaciones de ayuda internacional, que indicaban sus proyectos de reconstrucción. Verdaderamente los trabajos de reconstrucción han podido realizarse gracias a tanta gente y tantas organizaciones de buen corazón.  Sin embargo, dado el inmenso territorio por donde pasó el tifón, queda todavía gente, sobre todo en las zonas de las que no hablan los medios de comunicación, necesitadas de asistencia para ponerse en pie.  El proceso de reconstrucción necesitará probablemente más de una década.

Cuando visitamos las escuelas que habían recibido ayuda económica pudimos apreciar que los donativos se habían empleado con muy juicio  a favor de los jóvenes de sus respectivos lugares.  Los donativos para los edificios escolares sirvieron unas veces para instalar nuevos tejados, otras para pupitres y sillas en las clases, y otras para rehacer los aseos.  En comparación con la envergadura de los daños, nuestra aportación era pequeña, pero ha contribuido a construir el porvenir de la juventud en Samar Orienta y en Leyte.  Me impresionó profundamente conversar con algunos administradores de escuelas tan implicados en la restauración de la escuela para los alumnos, mientras ellos mismos habían sufrido los estragos del tifón.  Tuvimos asimismo oportunidad de reunirnos con profesores y personal de colegios que habían recibido ayuda para reconstruir o reparar sus casas.  Todos ellos expresaron su profunda gratitud  a los donadores que les han permitido levantarse después del desastre.  Muchos viven todavía en casas medio derruidas, pero al menos tienen un techo para protegerse de la lluvia.  Al contarnos sus historias, muchos no lograban retener las lágrimas.

El supertifón Yolanda destruyó gran parte del Este y del Centro de Filipinas, más de lo que podemos imaginar.  Ha sido una calamidad natural, pero en parte es también un desastre del que el hombre es responsable, a causa del calentamiento global agravado por nuestro estilo de vida.  Se prevé que en un futuro próximo estamos amenazados por más calamidades naturales.  Yolanda nos ha permitido experimentar la enorme generosidad de corazón y la solidaridad, manifestada de tantas diversas maneras como correos electrónicos, cartas, actividades de recogida de fondos y donativos del mundo entero.  Nosotras, el Distrito de Filipinas, deseamos expresar nuestra profunda y sincera gratitud  a cuantos se han mostrado solidarios de las víctimas de Yolanda.  MUCHÍSIMAS GRACIAS por su cariño y su proximidad con nuestra gente que sufre.  Siempre os recordaremos con agradecimiento nosotras y todas las víctimas.

Yuka Arita rscj
 

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