Sueños de sinodalidad en la comunidad eclesial

La polaca Violetta Zajac rscj participó en las consultas locales del Sínodo «Hacia la sinodalidad». Lea a continuación sus motivaciones y experiencia.

Participé en las consultas locales del Sínodo «Hacia la Sinodalidad» a diferentes niveles, en la parroquia, en mi comunidad diaria con otras RSCJ y laicos, y en el grupo informal de mujeres «¿Qué sueños tienen las mujeres sobre la Iglesia?». Estaba muy motivada para participar y apoyar a los demás en el Sínodo. Vi el Sínodo como una oportunidad de influir en la comunidad eclesial como personas corrientes y una posibilidad de que los laicos asumieran más responsabilidades en ella. En lugar de seguir la corriente de lo que ocurre en la Iglesia, podíamos participar en sus cambios. También era una oportunidad para que la gente encontrara su propio lugar en la comunidad eclesial, y empecé a pensar en este Sínodo como un espacio para las personas que se sienten en la periferia de la Iglesia y de la sociedad.

Otra motivación está relacionada con mi pasión por la justicia y la paz. Es una cuestión de justicia que todos los cristianos puedan participar en el diálogo sobre el futuro de la comunidad eclesial, porque están bautizados y tienen una misión en la comunidad eclesial. En Polonia tenemos una gran diversidad en la Iglesia, lo que la enriquece, pero a veces también provoca tensiones entre distintos grupos de personas. Espero que cuando utilicemos el diálogo sinodal en la Iglesia, podamos crear unidad en la diversidad. También podríamos mejorar la capacidad de escucharnos y comprendernos, y de tomar decisiones en un proceso de discernimiento.

La Sociedad del Sagrado Corazón tiene algunos métodos para seguir el camino sinodal en comunidad. Me gustó mucho compartir con los demás nuestra manera de discernir y de crear unidad en la diversidad. Me conmovió que el documento final del Sínodo en el Vaticano utilice una expresión tan familiar para nosotros: «unidad en la diversidad», ya que eso es lo que yo experimenté en esos diferentes grupos.  Hemos aprendido a escucharnos unos a otros, a acoger las voces silenciosas y a confiar. También hemos aprendido que la voz de los laicos es muy importante y que cada persona tiene derecho a estar en este proceso, lo que significa que podemos influir en los cambios de la Iglesia. Espero que hayamos añadido nuestra pequeña gota al océano de la sinodalidad en la Iglesia mundial.

Viola Zając rscj


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