Las alumnas de último año del Academy of the Sacred Heart en Nueva Orleans, se reunieron con sus familiares y amigos para la Eucaristía de fin de año escolar el 22 mayo 2017.
Colleen Faherty Stephens invitada especial (egresada del año ’90) se dirigió a las alumnas del año 2017 con unas palabras muy sentidas y llenas de sabiduría.
Colleen fue alumna del Sagrado Corazón desde primer grado y se graduó en 1990. Continuó los estudios en la Southern Methodist University y se graduó luego con un B.A. en Educación Primaria de la Universidad de Nueva Orleans. Después de completar su carrera, comenzó su primer trabajo de enseñanza en 1996 y contrajo matrimonio en 1997. Un año más tarde, en 1998, se le diagnosticó un cáncer. Durante los últimos 19 años, ha sufrido infecciones recurrentes. En febrero 2017 le practicaron la amputación de la pierna y actualmente está aprendiendo a caminar de nuevo con su nueva prótesis. Es madre de dos hijos y se involucra activamente en«50 Piernas,” una organización que proporciona a los amputados el cuidado necesario y las prótesis que no podrían permitirse de otra forma.
Buenas tardes, profesores, familiares y la clase de graduadas de este año 2017. ¡Qué tiempo tan especial y lleno de bendiciones para cada una de ustedes! Ámenlo, grábenlo en sus corazones, y den gracias a Dios que les ha permitido llegar a este momento. ¡Felicitaciones!
Fui diagnosticada con un cáncer cuando tenía 26 años. Apenas acababa de comenzar mi trabajo como profesora de los alumnos de primer grado de primaria y de celebrar nuestro primer aniversario de matrimonio. En Junio cumpliremos 20 años de casados. (Mi esposo ha vivido verdaderamente sus votos, no estaría hoy con ustedes sin él). Un tumor maligno consumió mi pierna desde el muslo hasta la pantorrilla. Me hicieron quimioterapia, perdí mi pelo, me practicaron radiaciones y me sentí muy enferma. Fui sometida a una cirugía de 17 horas para poder extirpar el tumor y poder salvar mi pierna.
Durante los ocho años siguientes estuve dentro y fuera del hospital con cirugías o procedimientos cada tres meses para poder salvar mi pierna y en alguna ocasión para salvar mi vida. Se preguntarán “cómo alguien puede pasar por esto cada tres meses durante ocho años?” Primero, la oración. Dios ha sostenido mi mano a través de todo esto, estaba segura que El seguía ahí, como cualquier alumna del Sagrado Corazón encuentra su consuelo. Y segundo, porque uno se dice a sí mismo, esta será la última cirugía, ésta será la que me va a devolver la vida, esa vida que he tenido con mi esposo, la que me devolverá la oportunidad de regresar a mi enseñanza con los alumnos de primer grado, que amé tanto, la de viajar, la de vivir una vida normal. Este será mi último procedimiento y entonces tal vez por fin pueda ayudar a otros que también están luchando contra el cáncer.
Pero no fue la última, tuve otras infecciones y tendría que regresar al hospital. Sin embargo viví unos años sanos y pude quedar embarazada de mi hermosa hijita Caroline, y un año más tarde de Mark. Fui afortunada en medio de la tragedia, Dios me dio dos milagros. Recuerdo el haber aprendido aquí en el Sagrado Corazón, que Jesús me ama, que me tiene tallada en la palma de su mano y que a través de todo lo que estaba pasando había un propósito por el que vivir.
Tuve que vivir otras complicaciones, infecciones y hace seis meses, finalmente, tuve que tomar una decisión muy difícil, que me venía asediando. No quería que mis hijos ya de 10 y ocho años, me siguieran viendo enferma, sufriendo más. Ellos y mi marido se merecían algo más grande. Quería también que mis hijos supieran que no hay nada en la vida que no se pueda lograr, que no hay obstáculos demasiado grandes. La vida puede ser desconcertante pero va más allá. Y el 22 de febrero, fui sometida a la amputación de la pierna. El Sagrado Corazón me preparó para este difícil momento, mi fe nunca vaciló. Convencida que somos mujeres fuertes y lo suficientemente confiadas para formar historias únicas
En medio de las lágrimas, las dudas, la desesperación, expectativas, y ahora una alegría de un futuro sano, puedo decir que no habría cambiado un solo instante. Cuando me probaron la pierna hace solo unas semanas, me sentí emocionada y a la vez con un miedo aterrador. Había vivido 19 años para este instante, tenía mi mente puesta en este momento, mi familia, amigos y mi terapeuta estaban presentes para animarme y me decían lo bien que lo estaba haciendo. “Estás de pie, sobre dos pies, eso es increíble, puedes creerlo”? me decían.
Me decía en mi interior, “no, no lo puedo creer, es difícil, está muy pesada, me duele mucho”. Quería volver a mis muletas, en ellas estaba a salvo, las había llevado durante 19 años y las manejaba muy bien. Me sentía abrumada, “Cómo voy a caminar con esta pierna”? tomé la decisión correcta de amputarla? Y si no puedo hacerlo?”
Quería desaparecer…. Pero así oré a Mater Admirabilis, y me tranquilicé. Recordé que Ella siempre me acompañaba y daba fuerzas. Recordé entonces todo lo que había soportado hasta llegar a este momento. Entonces ya no quise más las muletas, ya quería estar en mis dos piernas. Así que inicié el proceso de prácticas: Cinco minutos en la cinta de ejercicio, otros diez minutos, caminaba por la cocina, por la casa, por la parte de atrás, y pude salir a las prácticas de softbol de mi hija y de futbol de mi hijo. Ya era capaz de estar parada y abrazar a mi esposo, mis hijos, a todos, siempre y cuando estuviera parada en mis dos piernas. Desde ese momento ya no he vuelto la mirada hacia atrás.
Queridas jóvenes, sé lo que están viviendo o van a vivir y sus sentimientos de duda mientras se embarcan en esta nueva aventura de sus vidas. Han esperado este momento, salir de este Claustro del Sagrado Corazón y convertirse en jóvenes exitosas, emprendedoras. Cada una tiene su propio entrenador como lo tuve yo. Tengan confianza. El Sagrado Corazón les ha enseñado a ser mujeres fuertes, independientes, inteligentes y llenas de fe. Ya sea en lo pequeño o grande una alumna del Sagrado Corazón sabe hacer la diferencia. El triunfo del espíritu de cada una brillará porque fueron formadas aquí. Recuerden el sentido del servicio. No olviden, pues después de 19 años de batalla, fui capaz de ayudar a través de una organización llamada “ 50 Piernas” que ayuda a otros a obtener prótesis y terapias e inclusive ayudar a pagar las prótesis. Cuando estaba en la Primaria aprendí del pasaje de Mateo 25 “Cuando estuve enfermo, me visitaste” Ustedes pueden ayudar a otros a través de sus propias experiencias y sufrimientos. Ustedes pueden hacer brillar esa luz que fue encendida aquí en el Colegio del Sagrado Corazón, para aquellos que están en la oscuridad.
Crea en aquella palabra “no hay nada que no puedas hacer” porque yo lo estoy viviendo. Cada paso es consciente. Caminar es como hacer un viaje por la casa; tengo que confiar en mi pierna y tener fe de que voy a llegar. Camino, pierdo el paso, me caigo. Pero me vuelvo a levantar. Como una niña de ASH, que sube, camina más lejos, camina orgullosa aún más y es capaz de hacer la diferencia en el mundo que la rodea. Sean amables con los otros y lo más importante sean ustedes mismas. Algunas veces fui dura conmigo misma porque estaba enferma porque no lograba mis metas en tiempos fijados. Si vives una vida honesta, vida llena de fe, estás donde debes estar.
Hace unos días mi hija de 10 años me dijo lo orgullosa que se sentía de mí de que estuviera caminando con esta pierna, porque le parecía que era muy difícil. Estoy segura de que harán que sus padres, su comunidad y el colegio, se sientan orgullosos que al dejar el Colegio del Sagrado Corazón encontrarán un propósito, el vivir la Palabra de Dios y dar ejemplo de lo que realmente significa ser alumnas del Sagrado Corazón. Pido que cada paso que den sea consciente y sepan que con el amor de Dios nunca caminarán solas.
Gracias.
* Traducida y re-publicada con el permiso de ASH y la autora.
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