Anita Nazareth

  • Anita Nazareth y sus alumnas
    Anita Nazareth y sus alumnas

Fue el día de mi Primera Comunión que el Señor Jesús entro en mi corazón de niña y me susurró: “¡Ven y sígueme! ¡Serás testigo de mi amor - para todos los pueblos!"

Nunca he dudado de ese llamado de Jesús - mi vocación se hizo más fuerte con los años. Las monjas en mi escuela me impresionaron con su bondad y cercanía - yo quería ser como ellas.

En la clase de catecismo, me encantaba escuchar historias del Evangelio acerca de Jesús - Su enseñanza, Sus milagros y especialmente, Su sincera preocupación por los pobres, los enfermos, los pecadores. Mi pasaje favorito del Evangelio era la Fiesta de las Bodas de Caná. Jesús, el Hijo de Dios, obró silenciosamente un milagro especial para traer alegría a las vidas de gente común en su tiempo de necesidad. Aunque Su hora aún no había llegado, Él escuchó el consejo de Su amada Madre. María pudo decir a la gente con confianza, “Hagan lo que mi hijo, Jesús, les diga.” Quería ser como Jesús, como María. Sentí la llamada a llevar alegría a las vidas de la gente ordinaria, especialmente a las de los pobres.

A medida que crecí, me di cuenta de que la mejor manera de responder a la llamada de Jesús era ser religiosa. Leía los Evangelios regularmente y participaba en la Eucaristía diaria. Me uní a un grupo de oración para tratar de discernir la voluntad de Dios para mí. Después de trabajar durante dos años como maestra de escuela, reconocí que Dios me estaba llamando a unirme a una congregación de enseñanza.

Mi padre y mi madre, muy devotos, rezaban para que uno o dos de sus seis hijos sirvieran a Dios en la vida religiosa. Ellos me dieron permiso, sin trabas  y con alegría,  para seguir la llamada de Dios. De hecho, estaban encantados cuando compartí mi decisión de querer ser religiosa.

En ese momento, las Religiosas del Sagrado Corazón (RSCJ) se dedicaban al trabajo pastoral en nuestra parroquia (St. Michael’s, Mahim), y tuve el privilegio de asistir a un campamento de discernimiento vocacional organizado por ellas para los jóvenes. Fue durante ese campamento que Dios me reveló claramente Su voluntad: “Ven y sígueme. Serás testigo de mi amor para todos los pueblos, siendo Religiosa del Sagrado Corazón.” ¡Fue la confirmación de la llamada del día de mi Primera Comunión!

Mientras crecía, y a través de todos los años de mi vida religiosa, mi Señor, Jesús, siempre ha estado a mi lado.

Me siento bendecida de ser religiosa del Sagrado Corazón, de revelar Su amor a los pobres y necesitados, de glorificar Su nombre y cantar Sus alabanzas todos los días de mi vida.

Estoy contenta y feliz en mi familia religiosa. Lo que me da la mayor alegría en la vida religiosa es cuando, como Jesús, como María, he sido capaz de traer alegría a las vidas de la gente común... ¡un humilde testigo del amor de Dios para todos los pueblos!

Section: 
Province: