La Valla en Nador

  • Tiendas de los migrantes en el monte Gurugú - foto mi Montse Prats rscj (ESP)

Llevo meses escuchando a algunos internos del CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) de Zona Franca (Barcelona), detenidos en Melilla, hablar del infierno vivido en el monte Gurugú. Me hablan de la pesadilla vivida en la montaña, esperando el momento para poder saltar la valla, esa valla que separa África con Europa, esa valla que separa infierno y “paraíso,” muerte y vida…

Adama llegó a Nador, al monte Gurugú, en marzo del 2014, después de dos años de cruzar gran parte de África. El pasado diciembre, después de diez meses esperando en el monte Gurugú, en el infierno (como él dice), junto con 40 personas más, intentaron saltar la valla. De los 40 lo lograron 12, su hermano menor no lo consiguió. Una vez en Melilla fue al CETI (Centro Estancia Temporal de Inmigrantes) que en esos momentos triplicaba el número que puede acoger. Una mañana cuando iba al centro de Melilla lo detuvo la policía y al no tener ningún documento lo arrestaron, llevándolo a Barcelona, al CIE. Este CIE, es la antesala a la expulsión del territorio español a su país de origen. Como Adama, muchos me contaron la peregrinación para llegar a Europa y ahora zas!.. vuelta a la tierra de la que un día decidieron salir. La frustración, desesperación, rabia y más… es lo que expresan sus ojos y a veces sus palabras.

¿Qué pasa en Nador? ¿qué pasa en el monte Gurugú? Varios de los voluntarios que escuchamos estos testimonios nos preguntamos, ¿qué pasa que todos lo describen como el infierno? Y así fue como un grupo de ocho nos fuimos para Nador, el pasado mes de julio, en pleno ramadán. La suerte que tuvimos es poder contactar con Es-teban, un jesuita que lleva tres años viviendo allí y trabajando con los inmigrantes que se ubican en los asentamientos del monte Gurugú. Rápidamente nos puso al día de lo que allí estaba sucediendo, nos contó la desesperación de muchos, de las persecuciones, robos e incendio de los asentamientos por parte de los militares marroquíes. Marruecos no los quiere allí y el trato con ellos es devastador; en junio los militares incendiaron todas sus pertenencias, sus tiendas para que se largaran… pero siguen allí. No piensan retirarse, es más fuerte el deseo de una oportunidad, de tener una vida mejor que el paso de los militares, e intentan saltar la valla y arriesgan su vida al cruzar en patera.

Nos acercamos a la valla, la recorrimos toda entera con ojos bien abiertos y sin creernos lo que veíamos. Desde febrero-marzo apenas nadie ha podido saltarla. La Unión Europea obligó a España quitar de la valla las concertinas, así que al quitarlas, Marruecos hizo otra valla con ellas y puso además un foso. Así que, hoy por hoy, la frontera con Melilla consta de tres vallas (la primera con cortantes) y un foso. Desde el cambio ya nadie ha podido cruzarla.

¿Y qué hacen los centenares de personas que están esperando? El sentimiento de impotencia se hace insostenible, muchos se han ido a otras fronteras, otros a otro monte donde se contacta con marroquís para concertar alguna patera a precios desorbitantes y en manos de mafias sin escrúpulos y otros siguen buscando la manera de atravesar esa maldita valla. Tuve la suerte de poder acompañar a Esteban el domingo por la mañana al monte, había quedado con algunos inmigrantes conocidos para tener un espacio de oración conjunta (cristianos o musulmanes). Hombres, mujeres y ahora ya bebés (nacidos en este proceso de migración), viviendo en extrema pobreza, en tiendas fabricadas con plásticos y cartones, sin agua ni luz y bajo los 45º del mes de julio. Es impresionante ver a cientos de personas en estas condiciones. Me quedé llena de emoción al sentir a estos jóvenes llenos de esperanza, convencidos que algún día conseguirán pasar la frontera, con una esperanza y fuerza que solo pueden salir de de la convicción de que la vida tiene la última palabra.

 
        
1) Tiendas donde viven los migrantes que esperan cruzar la frontera;      2) Montse Prats rscj con un bebé del asentamiento;      3) Las concertinas
 
No dejo, desde que volví de Nador, de dar vueltas sobre el tema de las fronteras. Me pregunto si también yo pongo fronteras. ¿A quién no quiero dejar entrar? ¿A quién no quiero dejar salir? ¿Pongo mil condiciones para dejar entrar?

No dejo de pedir PERDON, por las barreras, vallas, fronteras que de una manera u otra hemos ido creando. Mi ser hermana pasa por derrumbar barre-ras que privan de libertad y de la oportunidad de vida.

Agradezco haber conocido a la gente que trabaja en Nador en favor de los inmigrantes subsaharianos, religiosas, religiosos, iglesia en general. Agradezco dejarme tocar por la vida de Adama, por los internos del CIE y agradecer a la comunidad que me permitió “ir y ver.”

 
Para saber lo que pasa en el monte Gurugú ver el documental:
“The land between”  http:// thelandbetweenfilm.com/
(con subtitulos en español y frances)

Montse Prats rscj

 
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