Sofía y el fuego abrasador de Su Corazón

  • Foto: Paula Grillo rscj (ARU)
    Foto: Paula Grillo rscj (ARU)

No pocas veces, a lo largo de su vida, le han preguntado: Sofía, ¿quién te trajo al mundo? Su respuesta era única, como la unicidad de cada historia, de cada vida: El fuego.

Era la respuesta de una mujer que estuvo toda su vida acompañada por el fuego. Fuegos como el del incendio que la trajo al mundo; el de la de la revolución; el del sufrimiento y preocupación por sus hermanas y nuestra pequeña Sociedad; el de su fragilidad; y tantos otros.

Hoy, en este tramo de la historia, son otros los fuegos nos toca atravesar; aunque tal vez, no tan distintos. El fuego de la pandemia; del racismo; de la migración; del abuso de poder; de las desigualdades… Sin embargo, no debemos olvidar que el fuego tiene también un don renovador, purificador. ¿Cómo no quedar atrapadas, atrapados, en su amenaza y confiar más en su calor abrasador y transformador?

He venido a arrojar un fuego sobre la tierra, ¡y cuánto desearía que ya hubiera prendido! (Lc 12, 49)

El espíritu de amor y de humildad transfigura todo lo que toca.

Sofía y sus compañeras atravesaron el terror. Ninguna lamentó su pasado. Ninguna miró atrás. Se abrieron al horizonte con confianza y osadía en medio de un paisaje incierto y desolador. Contemplaron la realidad, no sin dolor, y quisieron que en vez del fuego destructivo y arrollador de la violencia, ardiera el fuego de Su Amor.

En estos tiempos, al igual que en los de Sofía, es necesario que la oración, el silencio, la prudencia, la humildad, la caridad y la docilidad al Espíritu, se manifiesten en plenitud. ¿Podríamos entrar sin la Cruz en el corazón traspasado de Jesús? ¡Error! No encontraremos en ninguna otra parte la paz y la tranquilidad. (Magdalena Sofía)  

Que su vida y sus palabras nos animen. Que el Espíritu nos renueve en la fuerza de su herencia. Que el Amor de Cristo sea el fuego que dinamice todas nuestras relaciones, en y con, nuestro mundo roto y bendecido. Que seamos artesanas y artesanos de Esperanza que custodian y alimentan el fuego de la Vida. Que Sofía y nuestras hermanas intercedan y sostengan nuestros pasos.

Natalia Enrique y Jimena O´Neill RSCJ