Vivir hoy nuestro carisma

  • Foto por Carol Haggarty rscj (USC)
  • La autora, Sol Navidad rscj (PHI), está haciendo investigación de la disertación en la Facultad de Teología de los Jesuitas en Berkeley, California (foto por Annette Schmeling rscj).
Al celebrar el año de la vida consagrada, el Papa Francisco nos reta como mujeres consagradas a ser discípulas llenas de alegría, a ser compasivas, fuertes y creativas, a ser constructoras de puentes y testigos del amor de Dios (La alegría del Evangelio).  El papa nos exhorta a tener el valor de transformar no sólo nuestras vidas, sino también los sistemas y estructuras que han sostenido a nuestras comunidades (32). Nuestro documento de formación, Desplegar la vida, respalda esta invitación al decir “Nuestra vida juntas es un don y un proceso que nos invita a una transformación constante y, por eso, siempre supone un desafío para nosotras”. (15)
 
Realmente, poder reunirnos para reflexionar, orar, compartir y discernir, es un regalo. Somos un regalo unas para otras. Más allá de nuestras diferencias y singularidades, en lo esencial somos una. Estar aquí ahora es una oportunidad preciosa para renovar la belleza de nuestra consagración. Del mismo modo, el carisma y espiritualidad de la Sociedad son un don que estamos invitadas a compartir. La base fundamental de nuestra vida y espiritualidad como rscj consiste en compartir la espiritualidad de Magdalena Sofía y Rosa Filipina, es decir, una profunda relación personal con Dios. 
 
Quisiera hablar sobre la mujer samaritana, quien no tiene nombre, pero se cuenta entre los primeros predicadores cristianos (Juan 4). Podemos aprender de ella y de su profundo compromiso con Jesús. Tiene un encuentro con él e inmediatamente va, llena de pasión y convicción, a compartir con otros este encuentro vital. La mujer samaritana vivía en los márgenes de la sociedad, y se encuentra con Jesús no en una sinagoga u otro lugar sagrado, sino junto a un pozo. Vino al pozo para realizar su tarea cotidiana, mundana, de sacar agua para las necesidades de la casa. Debe haberse desconcertado de encontrar a Jesús esperándola, y posiblemente al principio no se sintió muy contenta. Para su sorpresa, Jesús inicia una conversación, y al profundizarse, poco a poco su corazón se suavizó, al permitir que la presencia compasiva de Jesús le revelara a Dios de una manera nueva que cambiaría su vida. 
 
La samaritana fue verdadera con Jesús. No da una imagen falsa de sí misma. Como ella, también nosotras queremos ser verdaderas ante Dios, y seguir descubriéndolo, pidiéndole que se revele a sí mismo en formas que pueden invitarnos, desafiarnos, desinstalarnos. Dios puede pedirnos que dejemos atrás viejos modos de ser, lo que nos llevará a la profundidad de Dios y de nosotras y nos transformará más aún para ser mujeres que irradien el amor de Dios en nuestro mundo; ser mujeres de alegría, de fe pascual. Esto sucederá solamente si vivimos de un modo transparente ante Dios, libres de cualquier auto-imagen falsa. 
 
Por otra parte, con este profundo encuentro con Jesús, la samaritana lo descubrió como el Cristo. Después de la conversación, dejó su cántaro y fue con sus compañeros samaritanos a dar testimonio de alguien “que me dijo todo lo que he hecho” (4,29).  Su vida quedó transformada, y tuvo entonces la capacidad de anunciar con alegría el Evangelio al resto del pueblo. Se hizo discípula de Jesús, la primera evangelizadora de los samaritanos. Gracias a su testimonio, los samaritanos creyeron por sí mismos que Jesús es el salvador del mundo (4,42).  Como la mujer samaritana, nosotras también estamos invitadas a comprometernos así, al abrirnos a una vida nueva desde el futuro que brota, arraigadas en la oración y la contemplación. También nosotras estamos llamadas a ser evangelizadoras que anunciemos la buena noticia con alegría, con todo nuestro ser. 
 
Magdalena Sofía recibió el don de responder a las necesidades de su tiempo, y si vivimos hoy esa unión y conformidad con la coherencia con que ella la vivió, nuestra respuesta tendrá un nuevo vigor. Nuestro documento de formación nos desafía: “…en este momento crucial de la historia, Jesús sigue llamándonos a ser «Mujeres de Corazón», dándonos la posibilidad de volver a escuchar el sueño de Dios para la humanidad, que nos mueve a impregnar de amor cada uno de los actos de nuestra vida”. (17) 
 
¿Cómo hacemos esto? En el Evangelio vemos que el Reino de Dios tiene un rostro humano – la prostituta, la mujer con hemorragias, el ciego, los pobres.  Ellos eran marginados por la sociedad en tiempos de Jesús. Los hechos que nos Narran los evangelios sobre la vida de Jesús nos muestran que el comprendía enteramente las dificultades de los pobres, y mostraba compasión por todo su pueblo. Y lo mismo que Jesús intentó responder a las necesidades de su tiempo, Sofía buscó transformar mediante la educación, la sociedad herida e injusta en la que le tocó vivir. Nosotras, como educadoras, estamos llamadas a hacer lo mismo en nuestra realidad actual. 
 
Somos testigos de cómo se entrelazan la vida nueva y la disminución. Este testimonio puede ser la gracia que necesita nuestro tiempo. Así, nuestra identidad profética no radica solo en el hacer, sino también en ser, viendo y proclamando aquello que llegamos a comprender. No podemos hacer esto solas. Nos necesitamos mutuamente, necesitamos sonar juntas, fortalecer nuestras redes y nuestra colaboración. El documento de formación lo expresa mejor cuando afirma que: “En la comunidad queremos respaldarnos mutuamente en la certeza de que este sueño puede ser alcanzado”(17). En esto consiste el Cor Unum y esto es lo que nos anima, nos da esperanza, vitalidad y alegría para “glorificar el Corazón de Jesús en el mundo” y “anunciar el Evangelio con pasión”.
 
Sol Navidad rscj          
 

Esta fue una presentación realizada por Sol Navidad rscj (PHI) el 18 de abril 2015 durante la reunión de "Cor Unum 65 Cohort" (Provincia USC). A continuación hay una foto del grupo.

Cor Unum 65 Cohort (USC Province)
Foto por Annette Schmeling rscj