2015 marca 150 años después de la muerte de Santa Magdalena Sofía Barat, fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón.
Al comenzar este año, "escuchamos" a su conferencia en la víspera de Año Nuevo en 1855.
Hace tiempo, queridas Madres e Hijas, que estoy privada del consuelo de verlas y estoy feliz de terminar el año con ustedes en esta reunión tan querida a nuestros corazones. En estos momentos se despiertan en el alma diversos sentimientos, los adivinan y los han compartido en los preciosos momentos pasados a los pies del Señor. El primero lo expresaron en el canto tan piadoso como enérgico del “Te Deum.”
Este sentimiento es el agradecimiento, pues cuántas acciones de gracias tenemos que dar por tantos favores recibidos. Al echar una mirada sobre el año que ha pasado con una rapidez increíble, bendigo a Nuestro Señor por cuanto hizo por nosotras. El año pasado en esta fecha tenía cierta inquietud y decía a Dios: Quizá me pedirás algún sacrificio; no porque lo temiera, pues conozco bastante su precio! Pero ya comprenderán lo que temía, pensaba al verlas reunidas: ¿nos encontraremos todas al año próximo? Estaba con sus primeras Madres, las que hace tantos años trabajan conmigo y quería conservarlas y que ustedes tuvieran sus ejemplos, pues pensaba en ustedes queridas Hijas, y en la gracia que ahora gozan y que se preparaba entonces.
Mis deseos han sido escuchados, Dios sea bendito, y esperamos trabajar aún por la gloria del Corazón de Jesús mientras nos dé los medios. Agradeceremos también por las gracias de que nos colmó en general y a cada una en particular. Con este primer sentimiento se despierta otro inspirado también en el recuerdo del año que termina.
De cuántos favores hemos abusado, cuántas resistencias y retrasos que contristaron al Espíritu Santo e impidieron nuestro adelanto espiritual! Este sentimiento de pena lo han expresado en el segundo cántico: el Miserere, y de estos sentimientos, de agradecimiento y dolor, se desprende un tercero, que debería ser necesidad de todos los corazones; digo un sentimiento pero es más una resolución firme de reparar el pasado por una mayor fidelidad y una generosidad más constante.
Acostumbramos tomar cada año una virtud especial que es como el sello del año. Esta virtud será opuesta al defecto que impide nuestro adelanto y santificación. Pero el mayor tropiezo para nuestra perfección es el amor a nosotras mismas. Tomaremos pues como virtud característica de este año la mortificación; y en otra reunión les indicaré los medios de practicarla, entraremos en algunos detalles.
Una palabra antes de terminar para compartir las promesas y deseos que presento a Nuestro Señor por todas y cada una. Estos deseos son por su santificación, su perfección y para que Nuestro Señor sea glorificado en y por ustedes. Esos son mis deseos, queridas Hijas, los únicos que convienen a religiosas; pero lo que deseo sobre todo es un amor ardiente, esa divina caridad sacada del Corazón de Jesús y que las hará dignos instrumentos de su misericordia para con las almas.
St. Madeleine Sophie Barat
111ª Conferencia
31 diciembre 1855
Our Spirituality |Celebramos los acontecimientos|La Tradición Espiritual del Sagrado Corazón